Capítulo cinco.

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―Pensé que estarías dormido

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―Pensé que estarías dormido.

—Lamentablemente para tu plan clandestino no lo estaba —Lo imito cruzando mis brazos sobre mi pecho mientras me mira y yo ruedo los ojos encaminándome a la cocina, sus pasos me siguen.

—No es un plan clandestino, iba a hablar contigo en el desayuno.

—¿En el desayuno dentro de cuántos años? —ironiza y yo suelto un resoplido.

—¡Dios! No seas dramático, Erick —Apoyo mis manos sobre la barra cuando él me imita al otro lado, pero tengo que levantar la vista hacia sus ojos parecidos a los míos—. Voy a casarme con Abraham.

—Justamente eso he escuchado por accidente, no porque te dignaras a decirlo.

—Lo decidí ayer, día en que llegaste imposiblemente ebrio —señalo arqueando una de mis cejas y mi hermano resopla—. Y no te había visto hoy ¿Qué esperabas? ¿Qué te lo dijera por mensaje?

—Era mejor que tener que escucharlo de repente —masculla llevando sus dedos a su sien, suelto un suspiro pasando una mano por mi cabello.

—Sabes perfectamente la razón por la que esto va a suceder, no quieras hacer un drama. No es como si te estuviera diciendo que hemos tenido un romance todo este tiempo y nos casaremos por amor —Él suelta un suspiro relajando sus brazos para apoyar sus codos sobre la barra.

—Solo sé que hay una razón por la que no te pedí a ti que lo ayudaras de esa forma.

—¿Cuál? —Llevo mis manos a mis caderas levantando la barbilla.

—¿Ya para qué la quieres saber si de igual forma vas a hacerlo? —Le doy una mala mirada moviéndome hacia el refrigerador para tomar un vaso de agua.

—Erick, no soy una niña, estoy haciendo esto por Lindsay...

—No tienes ningún vínculo con ella, Isabella.

—Tal vez, pero la conocí ayer y estuve en la casa donde se está quedando... —Mis hombros se hunden mientras observo a mi hermano —. Es horrible, Erick.

—Pero no es tu responsabilidad sacarla de allí.

—No, tienes razón, solo estoy ayudando a Abraham a cumplir su responsabilidad de hacerlo, no es tan difícil de entender —Mis cejas se fruncen y estoy segura de que puede ver mi disgusto cuando mis labios se crispan.

—No, lo difícil es que tú no puedes entender lo que implica ese matrimonio.

—Pero esperabas que metiera a Heather en eso sin ninguna objeción ¿No? —reviro sintiendo la molestia comenzando a filtrarse bajo mi piel.

—Es diferente.

—No lo es ¿Eres tan egoísta que pretendías que metiera a mi mejor amiga en esa trampa, pero te indignas porque yo lo haré?

El favor más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora