Epílogo

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Pov.Jennie

Tal y como había acordado con Lisa anoche, haríamos una barbacoa.

Que de hecho, ya estaba montada, a pesar de que yo tenia planeado azar yo la carne, Jisoo se opuso.

¿Pará qué carne si todos somos vampiros?

Pues adivinen que, los creadores pueden comer comida humana desde hace algunos años, Lisa también puede hacerlo, es asombroso el nivel que ella alcanzó en unos pocos meses.

Jisoo, Rosie y yo esperaríamos a la noche para beber sangre, mientras acompañaríamos a los demás durante su almuerzo.

Creo que ya lo deben saber, pero las personas que vinieron a la barbacoa fueron los cuatro creadores, que ya los tengo hasta en la sopa; el hermano de Lisa, el cual es muy agradable la verdad; Minji, quien se volvió buena amiga de Lisa últimamente y no podía faltar, Jacob trajo a su novio misterioso, que fachas se cargan ambos. Aprovecharon locación para presentarlo a la familia, ¡la reunión con la suegra!

Muy linda la pareja que hacen, la verdad.

En fin, Lisa estaba sentada charlando con su hermano, cuñado y madre, se veía muy feliz y me alegré mucho por verla así.

Los otros vampiros estábamos cerca de la barbacoa, a la mayoría nos gusta cocinar aunque no podamos saber el gusto de la comida después.

Luego de un rato todos nos sentamos a comer, unimos dos mesas de campo para que hubiera espacio para todos, almorzamos entre risas, cuentos, anécdotas. Todo muy ameno.

Mire a Lisa, quien estaba muerta de la risa con los malos chistes de su cuñado, no pude evitar sonreír.

El solo echo de verla así me alegró el alma. Detuvo sus risas y me miró, al verme observándola como una tonta también me sonrió. Me dio un beso en los labios y siguió conversando y comiendo, come por todos los vampiros que no podemos hacerlo.

Un rato más de risas fue suficiete para querer salir de allí.

Ya me sentía un poco abrumada, no estoy acostumbrada a ese tipo de reuniones. Pero quise hacerla porque se que a Lisa si le gustan.

–Lisa, acompáñame al jardín trasero.

–Claro.–Igual queda al lado de patio, pero por los arbustos altos no podrán vernos.

Quería mostrarle algo a Lisa, hace unos días me di cuenta de que estaba pasando un suceso muy peculiar.

La verdad nunca pensé que ocurriría, pensaba que solo era una leyenda, una vieja historia de papá para dormir a sus hijas.

–Manoban, mira esto.–llegamos a los rosales.

–No puede ser posible.–Su voz denotaba asombro mientras sus ojos se abrían como platos.

–Pues al parecer si que lo es.–Les explico el contexto.

Las rosas antes rojas, ahora son blancas, todas lo son.

Mi padre me contaba una leyenda, que ustedes ya deben de conocer si han llegado hasta aquí.

Dicen que hasta que dos personas no se amén tanto como el príncipe y aquella chica no volverán a crecer rosas blancas. Un amor tan puro como ese, con tanto respeto y consideración de por medio parecía imposible de encontrar en estos tiempos.

Pero yo lo encontré, en Lisa Manoban.

Y la prueba de eso son las rosas, no hay otra explicación para el cambio de coloración tan drástico que obtuvieron en pocos días.

Amo tanto a Lisa como para dejarla ir, si es lo que la hace feliz, ella me ama tanto a mi como para vivir por mi.

No necesito más que esto.

Pasar mi eternidad junto a ella.

Si la tengo a ella no necesito nada más.

Quiero ser su todo tal y como ella es el mío.

En este jardín de sangre eh comprobado que a pesar de todo por lo que hemos pasado, seguimos, y seguiremos, por siempre juntas.



Jardín de sangre (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora