-Desirée.
-¿Si?
Sonrió.-Estoy probando tu nombre, Desirée. Jamás había conocido a alguien que le hiciera tanto honor a su nombre.
-"Deseada". ¿Eso soy para ti?
-No.-puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja sin romper el contacto visual.-tú er...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Habían pasado tres días desde que ingresé al Instituto Voltaire, todo había estado relativamente normal y tranquilo.
Demasiado para mi gusto.
Si algo había notado era la barrera que se había creado. Parecía que los chicos y las chicas no se podían mezclar, como si se tratara de vida o muerte, dando una impresión como si estuviéramos en una guerra y el único contacto que pudiéramos tener era el visual.
Dos bandos diferentes, donde solamente uno saldría victorioso.
Con mis ojos ligeramente entrecerrados observé a lo lejos, intentando enfocar al grupo de chicos que estaban a unos cuantos metros frente a mí. A un lado de mi se encontraba Alain leyendo un libro mientras jugaba sutilmente con un mechón de mi cabello.
Nosotros éramos los únicos del sexo opuesto que normalmente pasábamos la mayoría del tiempo juntos. Muchos seguían sin acostumbrarse, por lo que en ocasiones sentía un par de miradas sobre nosotros.
De reojo noté como una sonrisa ladina se extendió por su rostro.
—¿Qué te tiene tan entretenida?—preguntó con curiosidad y me dio una mirada rápida que después regresó a su lectura.
—¿No te parece extraño que estén todos tan unidos?
—Mmhn, yo diría que ellos son raros, c'est tout.
Sonreí.—tienes razón, por suerte desde pequeño te juntaste conmigo y evité casi por completo que fueras así.
—¿Casi por completo?—apartó la mirada del libro sobre su regazo y me observó indignado, pero la sonrisa divertida que apareció en su rostro lo delató.
—Oye, tampoco hago milagros.—me encogí de hombros.—salvé lo que pude.
Reí y se abalanzó sobre mi para iniciar un ataque de cosquillas, sentí mi rostro caliente a causa de la falta de oxígeno y el constante movimiento.
Alain se separó y a lo lejos pude distinguir a Simone y Michele caminar hacia nosotros.
—¿Por qué están todos ahí?, pareciera como si el último par de zapatillas estuviera en rebaja y estuvieran peleando por ellas.—habló Simone mientras tomaba asiento junto a mí. Michele se sentó al otro extremo junto a Alain y pude notar como éste se removió un poco incómodo.
—Probablemente están haciendo cosas de hombres. O eso es lo que dice mi hermano a veces cuando está ocupado.—aportó la rubia.
