-Desirée.
-¿Si?
Sonrió.-Estoy probando tu nombre, Desirée. Jamás había conocido a alguien que le hiciera tanto honor a su nombre.
-"Deseada". ¿Eso soy para ti?
-No.-puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja sin romper el contacto visual.-tú er...
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—¿No crees que es un poco ostentoso?—pregunté mientras miraba el vestido color escarlata que llevaba puesto. Me llegaba a la altura de las rodillas, se ajustaba perfectamente a mi cintura y tenía una gran cantidad de ólan que le daba bastante volumen a mi caderas.
Simone que se encontraba tirada en mi cama, con golosinas esparcidas por todo el edredón, detuvo la palomita que estaba por meter a su boca y recorrió su mirada por mi cuerpo.
—Si fuera hombre estaría detrás de ti, definitivamente.—confesó y reí junto con Michele, ella rebuscaba en la gran cantidad de vestidos que tenía en mi armario.
Hoy era el cumpleaños de Henri y a escondidas de él todo el aula habíamos planeado hacerle una fiesta sorpresa. Al principio fue un poco difícil expandir el rumor sin que él se enterara, pero lo habíamos logrado.
—Yo voto por el celeste, es más adecuado para la ocasión.—aportó la rubia mientras ponía sobre su cuerpo un vestido color amarillo con estampado de pequeños lunares blancos.
—Perfecto.—me adentré al baño y remplacé el vestido que llevaba puesto por el que había mencionado la ojo azul.
Entre risas y pausas para devorar las golosinas que en un principio Simone se había negado a compartir, finalmente las tres nos encontrábamos listas para partir a la casa de Henri, lugar donde sería la tan ansiada fiesta sorpresa.
Algo que me gustaba de mi hogar era que se encontraba en un punto muy estratégico, por lo que todo me quedaba cerca y no era un problema llegar a mi destino caminando.
Después de caminar por un corto tiempo, finalmente nos encontrábamos frente a la residencia Pichón.
Todo se encontraba completamente tranquilo y no había ningún ruido. A excepción del ligero murmullo de la brisa del aire que revolvía un poco mi cabello, despeinándolo.
—¿Se habrá cancelado?—preguntó Michele después de no distinguir ningún tipo de movimiento o señal.
Antes de que pudiera responderle, a lo lejos escuchamos un chiflido llamando nuestra atención. Volteé y a unos metros de nosotras venía caminando Daniel, él instantáneamente recibió un golpe en la cabeza por parte de Jean.
—¿Qué haces idiota?—lo reprendió Jean.—no debe darse cuenta que estamos aquí todavía.
A su lado Adil cargaba un par de bolsas que parecían estar repletas de botellas, pero sin permitir curiosear qué tipo de contenido tenían las botellas.
—¿Trajeron alcohol?—preguntó Simone con un tono ligeramente fuerte alarmándonos.
—¡Shhhh!—susurramos todos al unísono, reprendiéndola.
