-Desirée.
-¿Si?
Sonrió.-Estoy probando tu nombre, Desirée. Jamás había conocido a alguien que le hiciera tanto honor a su nombre.
-"Deseada". ¿Eso soy para ti?
-No.-puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja sin romper el contacto visual.-tú er...
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La suave brisa meneaba lentamente el largo césped debajo de mi cuerpo, guiándolo en un constante movimiento de atrás hacia delante otorgándome una ligera caricia en la piel de mis brazos.
Mi vista se encontraba nublada al tener mis ojos cerrados, solo prestaba atención al silencio que me rodeaba.
Suspiré y posicioné mis manos en mi abdomen uniéndolas e inconscientemente inicié un jugueteo con mis dedos. Ya había notado que mi comportamiento se había vuelto un poco ansioso, como si me faltara o necesitara algo.
Pero, ¿qué es?
Abrí los ojos y lo primero que observé fue el cielo, ese día lastimosamente no se encontraba con tonalidades azules o de colores más llamativos, solamente tenía una gama más neutra.
—¿Alguna vez te has enamorado?
De reojo noté como Alain se removió un poco, pensando detenidamente que responderme.
—Sí.—respondió finalmente.
Giré mi cabeza completamente para poder observar su rostro a detalle, tenía los ojos cerrados y pude distinguir un poco de nostalgia en su tono de voz.
—¿Cómo se siente?
—Es un sentimiento inexplicable Dess.—inició haciendo una ligera pausa.—pero si pudiera definirlo con una sola palabra sería, intensité.
—¿Intensité?—fruncí el ceño.—¿por qué?
—Porque se siente de esa manera.—hizo una pausa.—amor, deseo, felicidad, tristeza, todo incrementa cuando se trata de esa persona. Esa intensidad te puede hacer sentir de una manera tan inexplicable, pero también te puede destruir.
Me quedé en silencio por unos segundos.—¿cómo podría saber si un amor me va a destruir?
Una sonrisa triste se extendió en su rostro.
—No lo vas a saber.—me miró, un ligero brillo relució en sus ojos cafés acentuándolos.—irónicamente enamorarse es tomar un riesgo que nunca se puede decidir si tomarlo o no, simplemente pasa.
Me incorporé y me senté cruzando ambas piernas para tener una posición más cómoda.
—Espero no enamorarme.
Él soltó una carcajada.—yo también.
Lo miré, me parecía muy admirable y a su vez injusto que tuviera ese pensamiento.
¿Quién lo lastimó para que llegara a esa conclusión?
Sin duda, el amor no era algo que tuviera planeado agregar en mi lista de cosas por experimentar. Y esperaba tener el control absoluto para poder evitarlo.
