-Desirée.
-¿Si?
Sonrió.-Estoy probando tu nombre, Desirée. Jamás había conocido a alguien que le hiciera tanto honor a su nombre.
-"Deseada". ¿Eso soy para ti?
-No.-puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja sin romper el contacto visual.-tú er...
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Recorrí rápidamente los pasillos que aunque ya había dejado mis huellas en ellos mil veces, esa vez me parecieron eternos.
Sostenía con fuerza la bolsa en mi hombro evitando a toda costa que se resbalara y provocara que más de mi tiempo fuera robado. Al divisar a lo lejos la puerta con un pequeño letrero que decía "Classe 2", sentí un ligero alivio extenderse por mi pecho.
Suspiré y abrí la puerta.
Inmediatamente sentí como todas las miradas se posaron en mi, pero la mía se mantuvo fija en una sola persona.
Madame Geraud.
Desde el primer día que comencé a cursar aquí, había quedado especialmente tachada por ella después de retarla. No me arrepentía, pero olvidé tomar en cuenta que sería mi maestra durante todo el ciclo y podría afectarme en ciertas circunstancias.
Porque realmente existía el favoritismo en los institutos. Y si no le agradabas a uno, se convertía en un calvario.
Alzó una ceja mientras me juzgaba a través de los pequeños cristales de los lentes que llevaba puestos, haciéndola lucir un poco más mayor de lo que realmente era.
Fingí una sonrisa.—bonjour madame, ¿puedo pasar y tomar asiento?
—Llegas cinco minutos tarde.—me recordó después de lanzarle una mirada fugaz al reloj que se encontraba colgado en la pared.
—Lo sé.—admití.—y estoy segura que no quiere perder el tiempo escuchando mis razones.
Entrecerró los ojos y ladeó un poco la cabeza indicándome que podía pasar.
Caminé hacia la mesa que se encontraba al final del aula junto a una gran ventana, que permitía que te perdieras observando los grandes árboles de fresno que rodeaban todo el edificio. Sin embargo el asiento junto al mío, que usualmente se encontraba vacío estaba ocupado.
Me senté en silencio en mi lugar y traté de prestar atención a lo que Geraud se encontraba explicando.
Semanas atrás habían agregado como requisito para los de último curso, inscribirse a una clase de taller. Lo habían postulado como algo necesario para poder concluir nuestros estudios.
Simone, Michele y yo habíamos optado por el taller de literatura.
—Como bien recordarán, la clase pasada les pedí que trajeran un libro.—inició madame mientras recorría el aula a paso lento.—intercambiarán el libro con el compañero que se encuentra en su mesa, la próxima clase hablaran sobre qué les pareció y como proyecto final harán un reporte sobre ambos libros.
