ÚLTIMA ADVERTENCIA

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―Shh, estás bien.

Me desperté de golpe con un fuerte grito ahogado. La habitación estaba a oscuras, pero no me asusté al ver una figura deslizándose en mi cama. Sabía que era Seonghwa, conocía esa voz y ese olor.

Respiraba con dificultad, mi pulso se aceleró y sentí un eco persistente de ansiedad.

―Estaba soñando ―recordé. Soñando con llantas chirriantes y faros brillantes. Había un revoltijo de imágenes.

Más aún, era Seonghwa quien había sido atropellado... y Félix había sido el conductor. No hacía falta ser un psicólogo para averiguar qué había provocado esa parte del sueño.

―Lo sé, te escuché ―dijo.

Me estremecí. ―Lo siento si te desperté.

―No lo hiciste. Me estaba desvistiendo cuando pensé que te escuché gritar. Vine a ver cómo estabas y rápidamente me di cuenta de que estabas teniendo una pesadilla.

Manteniendo mis brazos cruzados, me acerqué a él, sintiendo frío. Fue entonces cuando me di cuenta de que su pecho estaba desnudo, pero aún así no me moví, necesitando el calor que irradiaba de él.

Seonghwa agarró las mantas, que aparentemente había quitado mientras dormía, y las arrastró sobre nosotros dos. Deslizó su mano debajo de mi camiseta para extenderla sobre mi espalda.

―Ahora tranquilízate.

¿Tranquilizarme? ¿Cómo podía hacer eso cuando él estaba acostado tan cerca, oliendo tan malditamente bien, con su palma presionada contra mi piel desnuda?

Los recuerdos de la última vez que habíamos estado tan cerca, de él follándome como un poseso, pasaron al primer plano de mi mente. Maldito Infierno.

Fue bueno que me cruzara de brazos antes de acercarme más a él. No solo significaba que mis manos no podían moverse, significaba que él no sabría que mis pezones se habían tensado.

Realmente despreciaba la facilidad con la que me afectaba, ya era bastante malo antes de dormir juntos, pero ahora que sabía lo que se sentía tenerlo moviéndose dentro de mí, era mucho más difícil ignorar su atracción.

Un gruñido bajo aserró la parte posterior de la garganta de Seonghwa. ―Deja de pensar y duerme.

―Lo estoy intentando.

―Esfuérzate más.

Suspirando, cerré los ojos y traté de dejar en blanco mis pensamientos, pensando que sería inútil.

La próxima vez que mis párpados se abrieron, la luz del sol se colaba por los bordes de las cortinas... ¡Mierda¡

Estaba medio tumbado encima de Seonghwa. Mi cabeza estaba apoyada en su pecho, mi brazo alrededor de su cintura y una de mis piernas estaba doblada sobre la suya.

Además, una de sus manos estaba ligeramente curvada alrededor de la pierna que yo había enganchado sobre la suya. La otra mano se había metido por debajo de mi ropa para agarrar mi trasero.

Me tensé. Bien, esto no era bueno. Sin querer despertarlo, con cuidado tiré de mi pierna para liberarla de su agarre y la enderecé. Con la misma lentitud, tiré de mi brazo hacia atrás y lo puse entre nosotros. Arrastré los pies hacia atrás, esperando que el brazo que había curvado a mi alrededor se cayera y que su mano se deslizara fuera de mi ropa, pero ese brazo se quedó dónde estaba... al igual que su mano.

Renunciando a moverme más para o despertarlo, miré su rostro fruncido. Era un hombre tan solitario, retraído y relativamente despiadado que luchaba con la empatía y parecía en gran medida indiferente a los sentimientos y sensibilidades de los demás, pero, sin embargo, había pegado a Suho por llamarme cazafortunas.

Contrato indefinido. / SEONGSANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora