EPÍLOGO. UNA FAMILIA

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Ocho años después...

―No me gusta lo que te hace esta época del año.

Colocando mi plato con los demás trastes en el fregadero de la cocina, miré a Seonghwa por encima del hombro.

― ¿No te gusta verme feliz?

―No me gusta verte retroceder. O ver la planta baja de nuestra casa como un parque temático de Santa Claus.

―No fui tan lejos. ―De acuerdo, tal vez lo hice. Había cajas decoradas como si fueran regalos, un árbol enorme, guirnaldas y luces led por todas partes. Incluso tenía figuras gigantes de renos y un trineo en el jardín.

La verdad era... me volvía un poco loco con las decoraciones cada navidad.

Dándome la vuelta para mirarlo de frente, dije:

―No me arrepiento de nada.

― ¿Era realmente necesaria la máquina de nieve? ―Se quejó. Incliné mi cabeza.

― ¿Estás seguro de que no solo estás quejándote porque has derramado el chocolate caliente por toda tu camisa?

―No lo derramé, nuestro hijo me lo echó porque pensó que sería 'increíble' si pareciera un muñeco de chocolate.

Apreté los labios para reprimir una sonrisa.

―Supongo que te refieres a Taehyung.

Nuestro hijito de cuatro años no era el más tranquilo de los niños. Él insistía en que era un príncipe, luchaba con el alma de un caballero medieval reencarnado y tenía una vena traviesa que parecía que regaba cada hueso de su cuerpecito.

―Él sólo quiere que luzcas, ya sabes... navideño. ―Me defendí. ―Nunca te pones nada acorde a la temporada, ni siquiera un gorro.

―Porque no tengo siete.

―Los adultos también lo hacen. ―Le recordé, señalándome a mí mismo. Me acerqué a él y deslicé mis manos por su pecho. ― Es una pena que no lo hagas. Te verías sexy como Santa Claus. ―Tarareé mientras me besaba, rodeándome con los brazos con fuerza. ― Pero esta fiesta en particular ha crecido en ti, lo tomaré como una victoria.

Él gruñó.

―Vamos, te estás perdiendo esta fiesta que insististe en hacer.

―Es bueno ver que lo estás disfrutando. ―Dije. Seonghwa mantuvo un brazo alrededor de mi cintura mientras salíamos de la cocina. Al entrar en la sala de estar, tuve que sonreír al ver a los niños bailando villancicos en el juego de las estatuas musicales.

Seonghwa podría no estar muy contento con el esfuerzo que hice para la fiesta, pero los niños estaban disfrutando. Les gustó especialmente la comida. Aún más los dulces.

Bebiendo un vaso de chocolate caliente, Jisung frunció el ceño ante la mancha en la camisa de Seonghwa.

― ¿Qué te pasó?

Él suspiró.

―Taehyung.

―Ah, ya veo. ―Dijo Jisung. Porque, para ser honesto, no se necesitaban más explicaciones. Hacía todo tipo de travesuras.

―¿Dónde está Yeonjun? ―Pregunté.

―En su habitación jugando con su consola. Tiene trece años ahora. ―Me recordó. ― Se considera demasiado mayor para jugar con sus primos.

―Nunca se puede ser demasiado mayor para celebrar la navidad con la familia. ―Deslicé una mirada significativa hacia Seonghwa, pero él se la perdió, su mirada estaba en nuestros dos hijos.

Contrato indefinido. / SEONGSANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora