Agonía - Kookmin

IX - El inicio de la estafa: entrega del anillo

El sonido de los trenes de la estación lo estaban ensordeciendo, sumándole el hecho de que, sus mejores amigos estaban atrasados y faltaban tan solo cinco minutos para que su tren partiera rumbo a Grecia. Estaba empezando a estresarse, realmente no quería irse sin despedirse de ese par.

—Hijo—llamó el alcalde—, Ya es hora.

—Solo unos minutos papá, sé que ellos van a aparecer pronto—dijo para mirar de nuevo al frente con los brazos cruzados, moviendo su pie con ansias.

—Eso mismo dijiste hace media hora, no creo que vengan ya. Mejor...

— ¡Hoseok! —escuchó el grito de Taehyung, quien venía acompañado por Yoongi.

Sonrió con alivio, extendiendo sus brazos, siendo el rubio al primero que abrazara—. Si vinieron, me tenían preocupado—se separaron, para posterior, abrazar también al azabache mayor de los tres.

—No nos perderíamos tu partida por nada—afirmó Yoongi, para después soltar a Hoseok.

—Ahora que estamos aquí, no sé qué decir—río sin ganas el blondo, tratando de no echarse a llorar.

—Te vamos a extrañar, Hobi—habló esta vez Yoongi—. Por favor, vuelve saludable. Y en caso de que alguien se quiera sobrepasar contigo, golpéalo tan fuerte, que no será reconocido ni por sus padres—alentó, haciendo reír estrepitosamente al bermejo, contagiando a Taehyung.

—Lo haré, es un gran consejo—ahora miró a Taehyung, quien se encontraba decaído, pero, trataba de lucir su mejor sonrisa, no quería deprimir a Hoseok.

El blondo se aproximó a Hoseok, volviéndolo a abrazar, esta vez más fuerte—. Cuídate mucho, por favor. Contaré los días hasta que regreses—musitó cerca de su oído.

—Volveré antes de que te des cuenta—lo separó un poco, acunando su rostro entre sus manos—. Tú también cuídate, Tae. Las milicias son peligrosas, no quiero que salgas lastimado.

—No te preocupes por mí, regresaré ileso y en forma, solo para ti—recibió un golpe en su pecho, con la expresión avergonzada de su mayor. A Tae se le achicó el corazón, al saber que estaría tanto tiempo alejado de su amor.

—Es la hora—avisó su padre y Hoseok asintió.

Tomó su última maleta, avecinándose al tren donde partiría a su destino. Se volteó a ver a sus amigos y unas lágrimas traicioneras asomaron sus ojos—. ¡Por favor, vuelvan sanos y salvos! —gritó para que lo escucharan.

—Así será, me encargaré de cuidar a este idiota—señaló Yoongi al blondo.

—Querrás decir, que yo te cubriré la espalda, ¿No? —Yoongi lo golpeó.

Hoseok les sonrió por última vez, con lágrimas recorriendo sus mejillas que, estaban rojas por el frío de la temporada de invierno. Sin esperar más, subió al tren, visualizando a sus amigos y padre a través de la ventana de su vagón, que se alejaban con cada carril que el tren avanzaba, hasta que finalmente, desaparecieron de su campo de visión.

Una vez solo, finalmente se permitió llorar, los extrañaría demasiado. Nunca había estado tan lejos de su hogar y de los chicos, sería muy difícil adaptarse a otro ambiente y nuevas costumbres. Pero, debía mantenerse fuerte y optimista, sus amigos también tendrían dificultades cuando entraran a bases militares, así que no podía quedarse atrás.

Taehyung se arrodilló cuando el tren se había ido completamente, escondiendo su rostro en sus rodillas, dejando salir el llanto libremente. Yoongi se agachó a su par, atrayéndolo hacia su pecho. Él también se permitió llorar, pero, no tan escandalosamente como su amigo, su llanto era más calmado.