Capítulo 3 "Confusión"

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Capítulo 3 “Confusión”

Izan

Los bocinazos, los murmullos de la gente, y el molesto silbato del jefe de transito hicieron que deseara más que nunca volver a casa.

 Nos encontrábamos con Sereia en pleno centro de la cuidad, cansados y hartos de todo el ambiente.

El asistente social nos observó de arriba a abajo antes de dejarnos entrar a su despecho. Nos hizo sentar  y con una sonrisa dijo:

-          ¿Supongo que ustedes son la familia Kiev verdad?

Asentí al escuchar el apellido que documentalmente nos pertenecía.

-          Bueno, por lo que dicen los papeles son huérfanos… - después de una pausa incómoda dijo – pero gracias a que vos Izan, sos mayor de edad la tenencia de Sereia va a quedar en manos tuyas.

Asentí una vez más.

-          Con respecto a los estudios ninguno de los dos terminó la escuela, deberán cursar el año que les falta.

-          Sí.. . – le di la razón  - Yo quede en 6to año y mi hermana el 5to año

-          Les explico el tema de la escuela – se aclaro la garganta – como verán en la cuidad contamos con una sola escuela pública, que es la secundaria Jorge R. Lope de Soto, ya están anotados, por lo cual el lunes ya pueden empezar.

Se levantó de su silla y se dirigió a un armario que estaba ubicado cerca de la puerta, sacó unas carpetas y dos bolsas grandes de papel madera.

-          Este es el uniforme – señaló las bolsas – acá tienen los horarios y los libros que van a usar.

Nos entregó las cosas mencionadas y con una sonrisa nos acompañó hasta la puerta.

-          Espero que disfruten esta última mitad de año escolar y estoy seguro que los van a tratar  muy bien.

“Si supiera lo que somos y lo que podríamos llegar a hacer, no nos daría esta bienvenida“ Pensé.

Sereia le regaló una sonrisa y con un chau, que tengan suerte nos despidió.

Afuera el cielo esta negro, la lluvia no tardaría en llegar. Y, pensando lo relajante que sería nadar con lluvia, nos dirigimos hacia casa.

Alba

Paradise de ColdPlay resonó en toda mi habitación. Canté el estribillo, mientras escuchaba a Lucas quejarse desde el otro lado de la puerta. Sonreí.

Me até las zapatillas, que usaba para ir al bosque, y salí.

-          2 minutos y nos vamos – grité mientras caminaba hacia la cocina en busca de la mochila, donde llevábamos comida y agua – apurate o me voy sola.

Lucas desde su cuarto contestó un “voy, voy”.

Cuando terminó de cambiarse apareció en la cocina con su mueca de cansancio, típica cuando le pedía que vayamos al río.

-          Acordate lo que dijo papi – le advertí apuntándolo con el dedo – si queres un puto auto, vas a tener que acostumbrarte a esto – y riendo agregué – yo estoy al mando ahora.

-          Hacete la viva pendeja y vas a ver como te va – frunció el ceño.

Dejé de provocarlo y nos dirigimos hacia el camino que tomábamos habitualmente.

Eran las 18:00 pasadas y el cielo estaba algo nublado. Había lloviznado al mediodía, por lo cual el camino de tierra estaba mojado. Dentro de un rato empezaría a anochecer, así que apuramos el paso.

En  10 minutos llegamos, saltamos unos charcos y cuando  nos encontramos a unos metros del río, Lucas me dijo con tono burlón:

-          Hay que tener cuidado porque la corriente está muy fuerte, no vaya a ser que te caigas y pierda a mi hermana preferida.

-          Ojo que puede ser al revés, boludo.

Sonriendo me sacó la lengua  y se sentó en un tronco mirando el cielo gris.

Estuvimos en silencio, observando el ir y venir del agua.

De repente me entraron unas ganas tremendas de comer algo y maldiciendo el haber dejado la mochila en la entrada del bosque le dije a Lucas:

-          Acompáñame a buscar la mochila

El quejándose se levantó desganado del tronco.

Cuando volvimos vimos ropa tirada del otro lado del río.

Mientras afirmaba las tiras de la mochila, miré a Lucas, que me observaba con las cejas levantadas y una expresión de sorpresa en sus ojos.

-          Yo diría que nos vayamos antes de que salgan del agua – y riendo agregó – de seguro andan desnudos – señaló la ropa – te juego una carrera.

-          Dale pero primera espera que me ato los cordones – y mientras apoyaba el pie en una roca mojada, lo observé irse corriendo - ¡Que tramposo que sos!

Riendo trate de apurarme y apresurando el paso, me patiné con una roca que estaba al lado – gracias al musgo y el barro de mis zapatillas – caí contra la piedra golpeándome la cara fuerte. Quise gritar pero de un segundo a otro caí al agua helada, hundiéndome hasta el fondo; traté de nadar hacia arriba pero el peso de la campera más el dolor que sentía en el cuerpo hicieron  que de a poco fuera cayendo hasta abajo.

El aire que me quedaba se estaba yendo.

Cerré los ojos y cuando los abrí de vuelta me encontré con dos luces una naranja y otra azul. Creyendo que estaba delirando volví a cerrar los ojos, consumiendo el último respiro.

Izan

La chica fue cerrando los ojos de a poco, mientras que su pelo se meneaba con el agua, y fue ahí cuando me percaté que un hilo de sangre, débil pero continuo, salía de su cráneo. Miré a Sereia que se encontraba a mi lado en shock.

-          Debemos llevarla hacia la superficie, Izan – dijo en yunán, nuestro idioma originario.

-          Si lo hacemos corremos el riesgo de que nos vean - dije suplicante.

-          ¡Por Favor! Va a morir si no la ayudamos, Izan por favor.

Suspiré y alcé en mis brazos el cuerpo de la humana. Nadamos hacia la superficie, y una vez ahí, me fijé que no hubiera nadie cerca y la dejé sobre la orilla.

Unos gritos hicieron que me moviera rápido y agarrando rápido la mano de Sereia, nos sumergimos en lo más hondo del río y de ahí no nos movimos.

Mirando con preocupación a mi hermana, supliqué que hubieran encontrado a la humana.

Izan y el secreto de los nánfades [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora