Capítulo 6 “Prejuicios”
Alba
- Entonces. .. ¿Qué fue el holocausto? – preguntó por tercera vez Daria, mientras yo buscaba en mi mente las respuestas.
- Fue… fue, no, Hitler quería que… ¡Ay! – cerré los ojos frustrada
- El holocausto fue el exterminio total de los judíos por parte de Alemania… - dijo una voz suave y desconocida detrás de mí.
Cuando giré la cabeza, me encontré con una chica de pelo negro y alta. Su cara se me hacía conocida, aunque nunca la había visto en la escuela ni en la cuidad.
Daria le sonrió amistosa y le señaló la silla para que se sentara.
- Ella es Sereia, es nueva y tiene un hermano que va a sexto con Lucas – cuando dijo “hermano” levantó ambas cejas como una pervertida.
- Ah .. – le sonreí tratando de ser sociable – Se llama Izan ¿o no? – cuando asintió comprendí porque me parecía conocida su cara. “Veo que la belleza viene de familia”, pensé cuando observé sus ojos celestes y su cutis perfecto. Agregando además su pelo lacio y su esbelta figura. Me encogí en mi asiento.
- ¿Estás estudiando para historia ahora?
- Lo que pasa es que Daria me aviso tarde que teníamos prueba – hice una mueca – ayer falté y ni siquiera me dij…
- ¿Faltaste por eso? – Me señaló la cara, donde tenía todavía dos rayones que me había hecho cuando caí al río.
- Me patine cuando estaba en el río – iba a seguir hablando, cuando entró la profesora de historia.
Suspiré mientras trataba de memorizar algo de lo que había leído unos minutos antes. Daria se mordió el labio claramente culpable de no avisarme de la prueba.
- Total si nos va mal tenemos dos semanas para levantar la nota – le sonreí pero por dentro me estaba preparando para un examen reprobado.
La profesora tomó asiento, mientras decía que sacáramos una hoja y nos separáramos. Estaba buscando unas hojas cuando me llamó.
- Tu mamá está en secretaría hablando con la directora, me dijeron que te avisara que quieren hablar con vos. La semana que viene te tomo la prueba – dijo terminando con una sonrisa.
- Ah bueno – dije tratando de no parecer tan entusiasmada.
Crucé el patio arrastrando los pies, la idea de ver a mi mamá no me alegraba para nada. Antes de entrar a secretaría observé que del otro lado del patio estaban mi hermano e Izan hablando animadamente con unas chicas.
Las ‘chicas’, más bien las necesitadas, miraban a Izan como si nunca hubieran visto un chico lindo. Rodé los ojos mientras le levantaba el dedo medio a Lucas, que a su vez levantaba el suyo.
Izan
El timbre retumbó en toda la escuela. Mientras salía, busqué a Sereia por todos lados.
Necesitaba ir al río urgente.
Estar tanto tiempo encerrado entre la gente hacía que quedara sin energía. Por lo que observé y analicé los humanos son especímenes apresurados y en constante movimiento, no hacen más que hablar y hablar. En Femaría los nánfades -me incluyo- no solíamos tener mucha relación entre unos y otros. Lo que hizo que me sorprendiera el hecho de poder hacer “amigos”. Y otra cosa que es mucho más rara aun es el hecho de que la minoría femenina está siempre cerca de la minoría masculina. En mi hogar eso estaba prohibido.
- ¿Y, porque estás tan apurado hermano mío? – me sobresalté cuando Sereia apareció adelante mío con su típica sonrisa divertida.
- Tenemos que irnos rápido – dijo apurando el paso y cruzando la calle – no soporto pasar tanto tiempo ahí, entre tanta hormona. – Sereia se tapó la boca para no reír – Necesito respirar.
La cuidad en sí, era tranquila y casi aburrida; los negocios eran en su mayoría lo que más había, cruzabas una cuadra y ya había uno en la esquina. “Para que tantas despensas” pensé mientras cruzábamos la división del centro con el bosque y las casas.
El ruido de autos, voces y demás cesó dando lugar a un ambiente en donde los pájaros, el río y el viento era lo único que se escuchaba. Suspiré mientras me sacaba la ropa para poder, por fin, sentir el agua. Al meter el pie derecho, una sacudida de excitación me cubrió el cuerpo.
La transformación fue rápida.
Mientras nadaba hasta el fondo me sentí casi en casa. Como si nunca me hubiera ido de ahí, como si mis días lejos de Femaría nunca hubieran existido.
Me sentí libre y feliz.
El agua cubrió todos mis poros, la piel escamada brillaba por la luz del sol dándole un brillo casi sobrenatural. Cerré los ojos mientras sentía el paso de algunos peces por abajo mío.
El pelo de Sereia se movía mientras nadaba haciendo que su cabello negro pareciera más largo. Su piel naranja resplandecía en la oscuridad de las profundidades.
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Izan y el secreto de los nánfades [Sin editar]
Novela JuvenilLa vida de Alba es aburrida y rutinaria. Todo cambiará cuando sea salvada por un ser mágico, que solo ella vio. Desde ese momento su vida comenzará a ser totalmente distinta. Un amor que va más allá de las profundidades.