CAPITULO 9: ORGULLO

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Dos días después

Danilo llama a la puerta de Belén muy feliz por la noticia que le iba a dar en cuanto abriese la puerta.

La chica abre, y al verse se abrazan.

—Hola, ¿qué tal? —Pregunta ella, no se esperaba para nada que el estuviese ahí.

—Muy bien, che, ¿sabes que? Te invito a venir a mi partido el "all boys". Te voy a dedicar goles y todo.

La rubia se ríe, obviamente aceptaba ir, también estaba intentado aceptar el hecho de que cada vez Danilo le parecía mucha más guapo.

Ambos salen a dar una vuelta, no les apetecía quedarse dentro de sus casas.

Sus pasos se sincronizan, al igual que sus miradas y sonrisas. Este día era de los más felices para los dos.

—Dan, llevo dos días limpia. — Tímidamente los dos se miran a los ojos.

—Che, que bueno, me alegro. — La agarra del hombro, y siguen.

Las calles se veían más alegres, lo más probable es que fuese algo psicológico, de ellos, de lo bien que se sentían con ellos mismos.

El sol pega fuerte, era mediodía, como las 4 de la tarde, después de comer.

—¿Comiste algo? — Miró hacia el suelo, había un pájaro muy bonito, era de color azul, su color favorito, esto le dio muchos recuerdos de cuando era pequeña.

Cuando Belén era pequeña, en su antigua ciudad, tenían una casa grande, y dos pájaros, uno azul y otro blanco.

Ella antes tenía una hermana, dos años más mayor. Pero un terrible día, iban las dos juntas, por la plaza, y de repente, a su hermana la atropella un camión. Hasta el dio de hoy se seguirá acordando, era de color rojo, y su matrícula comenzaba por la letra "G".

Rompiendo los pensamientos de Aguirre, el Uru llama su atención, —Si, mi hermano ayer pidió pizza para sus amigos, algo sobró.

—Ahora nos vamos a la casa de Carlos, a que nos lleve, ¿va? — Danilo tenía muchas ganas de enseñarle a la chica que más quería sus habilidades en la cancha, deseaba marcar gol.

La rubia asiente, silenciosamente, como si un gato le hubiese comido la lengua (ojalá Danilo), se quedó pensando en lo de recién.

Sin que eso le importase, ambos continuaron rumbo a su camino.

Danilo la mira, se siente bien de tenerla, sin darse cuenta, sonríe ladeada mente. Esa particular forma que el tenía de expresar felicidad.

Belén se da cuenta rápidamente y se ríe, los ojos se le enchinan, algo que le daba mucha risa al Uru. Los dos se ríen, no se habían dicho nada, pero ese sentimiento de superación los invadía, de una buena manera.

Antes de darse cuenta, allí estaban, en la casa de Tévez, —¡Carlitos! —Gritan, con la intención de que les abriesen.

El chirriar de la puerta suena, Adriana la tía de Carlos, como una madre para ella, con una mate en la mano, les abre, muy amablemente.

—Danilo, y tu... Debes de ser Belén, Carlos me habló mucho de ti. — Los dos entran, emocionados, y saludando a todos.

Ambos se sientan en el sofá, esperando a que venga el chico de rulos.

En la televisión estaba puesto un partido, a Segundo le encantaba el fútbol.

Tévez sale de su cuarto, con mucha energía, preparado para ganar ese partido al que los habían convocado.

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