La luz en la oscuridad

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La noche ya había caído y con ella trajo los fríos aires de invierno, tal vez nevaría pronto ya que también empezaba a llover, a Roier siempre le había gustado ese tipo de clima, era su favorito, pero en esta ocasión deseaba que hubiera aunque sea...

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La noche ya había caído y con ella trajo los fríos aires de invierno, tal vez nevaría pronto ya que también empezaba a llover, a Roier siempre le había gustado ese tipo de clima, era su favorito, pero en esta ocasión deseaba que hubiera aunque sea luz de día.

Se había adentrado al distrito comercial, buscando algún local o tienda que pudiera darle aunque sea un pequeño empleo o ayuda, pero había terminado en un callejón rodeado por un grupo de alfas, uno de ellos lo sujetaba por el cuello provocando que le costara respirar, ademas no podia pensar con claridad ya que minutos antes había recibido un golpe en la cabeza

–Por favor... déjeme ir, no tengo dinero – Suplicó Roier

–Crees que queremos dinero, lo que queremos es darte una pequeña probadita, pequeño omega – Respondió uno de los alfas con tono burlón

–Yo... estoy embarazado... por favor no – Empezó a llorar Roier

–Mmh mejor, así podemos llenarte todo lo que queramos, de todas formas no puedes embarazarte más – Dijo otro de los alfas acercándose a Roier y olfateando cerca de su nuca – Hueles delicioso omega, no parece tener marca, pero tampoco tiene collar

–Ya veo, así que es un omega abandonado ¿No es así? – Dijo el tercero de ellos – Entonces si desapareces nadie te va a buscar

Roier abrió los ojos aterrado, él no quería desaparecer, pero las palabras de esos sujetos resonaban en su cabeza "nadie te va a buscar" "omega abandonado", Roier se sentía tan solo, pero tampoco iba a dejar que esos alfas abusaran de él o le hicieran algo peor, lo bueno de ser un omega embarazado es que tenía su sentido de supervivencia intacto.

Con todas las fuerzas que tenía pateó en la entrepierna al alfa que tenía de frente, provocando que este aflojaba su agarre del cuello de Roier, este aprovechó la sorpresa de los demás, tomó su maleta y la arrojó hacia los otros dos y salió corriendo lo más rápido que pudo sin mirar atrás, tenía que agradecer a sus padres por insistir en que hiciera ejercicio para ser una persona sana, confiaba en la fuerza de sus piernas para correr de esa situación, el problema era que no sabía a dónde dirigirse, tenía que encontrar un lugar con mucha gente o un lugar en el cual pudiera esconderse, su mirada se desenfocaba de vez en cuando, no sabía si era por el frío, la lluvia, las lágrimas o el golpe que recibió en la cabeza, tal vez fuera consecuencia de todas esas cosas juntas, pero no tenía tiempo para pensar en eso.

Ignoró el dolor punzante en su cabeza y busco por las fachadas de los edificios los emblemas de la policía, era lo más inteligente que podía hacer.

Escucho los gritos de los alfas que lo acosaron detrás de él, pero Roier no quiso voltear

–¡Vuelve acá pequeña mierda!

–¡No tienes a donde correr, nadie te va ayudar!

Roier escuchaba sus voces cada vez más cerca de él, no importaba la buena condicion que tenia, un omega no le ganaría jamás a un alfa en velocidad o resistencia, su cuerpo empezaba a sentir el agotamiento de todo el día, ni siquiera había comido o tomado agua, el aire frío no ayudaba pues sus pulmones empezaban a doler, la lluvia se había vuelto más fuerte y las gotas frías chocaban en su rostro provocando dolor en su piel y solo hasta ese momento fue consciente que sí había gente alrededor suyo, pero simplemente esa gente volteaba a otro lado al verlo, no había nadie que quisiera ayudarlo.

No One Like You [Guapoduo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora