Seré todo lo que necesites

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Roier se miró al espejo otra vez, su traje de un blanco bastante limpio lo hacía ver resplandeciente y la tela de su saco bajaba formando grandes y elegantes olanes

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Roier se miró al espejo otra vez, su traje de un blanco bastante limpio lo hacía ver resplandeciente y la tela de su saco bajaba formando grandes y elegantes olanes. Rosha le había regalado unos pendientes con gemas de color azul celeste, Mel había sido la encargada de la tiara que usaría, un hermoso adorno de diamantes completamente nuevo; Dominic le prestó un brazalete tejido a mano que había hecho cuando era niño y el señor Alfredo le dió un collar de oro bastante antiguo que le había pertenecido anteriormente a él.

—¿Me veo bien? — preguntó Roier, acomodando por tercera vez su cabello

—¿Qué clase de pregunta es esa mijito? Claro que te ves bien — El señor Alfredo acomodó el largo velo sobre la cabeza de Roier, ocultado su cara y gran parte de su cuerpo — Te ves como un angelito

—Gracias abuelo

—¿Estás listo?

—Sip

Roier tomó el brazo de su abuelo y comenzó a caminar, saliendo de la habitación con el corazón latiendo fuerte en su pecho. Los nervios lo recorrían de pies a cabeza, sin embargo la emoción que lo invadía en ese momento era más intensa que cualquier otro sentimiento.

Todo el camino que tenía que caminar brillaba por los adornos en tonos plateados y rosados, acompañados de seda lila y flores de amaranto. Era como recorrer un camino de fantasía directo a los días más felices de su vida.

Alzándose frente a él se hallaba el altar cuya blancura resaltaba por la luz que marcaba el inicio del atardecer. Los invitados miraron hacia atrás cuando la marcha nupcial resonó por el lugar, hábilmente entonada por Missa en un gran piano color pastel.

Los ojos de Cellbit se abrieron con asombro al ver la blanca figura acercarse a él, una sonrisa se dibujó en su rostro y las lágrimas amenazaban con inundar sus ojos. Era hermoso, lo más hermoso que había visto y que vería en la vida.

Roier le sonrió manteniendo su mirada fija en su muy atractivo futuro esposo. Caminando por aquel camino de pétalos de rosas y camelias que Trumpet y Ramón creaban delante de él, arrojando los pétalos con cuidado y corriendo a sentarse con sus padres una vez que completaron el camino hasta el altar.

Cuando la pareja estuvo frente a frente Roier bajo la mirada con timidez por la manera tan apasionada y profunda en la que Cellbit lo contemplaba.

—Cellbit Lange — habló el abuelo, sacando al joven alfa de su ensoñación — Mi nieto Roier es la mayor riqueza que pude haber descubierto en todos mis años de "arqueólogo" y hoy te lo confió con todo mi corazón, teniendo la seguridad de que lo cuidarás bien y lo harás extremadamente feliz

—Gracias, prometo que lo haré — dijo Cellbit, sin despegar la vista de Roier

—Así se habla pinche lobito — El señor Alfredo le dió un golpe en el hombro al joven alfa antes de entregarle la mano de Roier e ir a su asiento en la primera fila junto a sus hijos

No One Like You [Guapoduo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora