Veía a la gente pasar de una en una. Vestidas con una bata blanca y corriendo de un lado a otro. Yo me encontraba sobre la camilla, sintiendo un fuerte dolor en el pecho; casi insoportable.
Era un pasillo, largo blanco, e iluminado que me cegaba la vista. Una enfermera a mi lado me cogía de la muñeca, tomándome en pulso y diciéndome esas tipicas frases motivadoras para no dormirme. No sabía lo que me pasaba, estaba muy aturdido; tan solo sabia que estaba dentro de un hospital con doctores atendiéndome a cada segundo. Pero de repente, las voces se hicieron presentes y todo paro de golpe. Luchaba por no desmayarme, porque si lo hacia, no quería siquiera imaginar lo que me podia pasar, así que tan solo me dedique a sentir algo sobre mi boca junto con una persona diciéndome que respirara; exhalando con fuerza. Controlando mi forma de respirar. Lo intente y enseguida ví el mundo apagarse. Me dormí.
Me llamo Thomas Trümper, o más bien, Tom. Vivo en un pequeño pueblo de Alemania, justo a lado de Hamburgo, tengo dieciocho años y sin familia, sin padres. Murieron cuando tan solo tenía cuatro años. Estuve en adopción, en una pequeña habitación rodeada de niños pequeños con mi misma edad, y ahí crecí y me crié, solo y sin nadie que me pudiera dar su afecto o cariño. Jamás me adoptaron, y a veces lo agradecía.
Cuando cumplí la mayoría de edad me fui de ese sitio, lejos de lo que alguna vez fue alli dentro. Nunca tuve amigos, simplemente me tuve a mi mismo. No me hacia falta nadie más.
Mis padres me dejaron una gran herencia. Una casa pagada y mucho dinero, tanto, que casi, no me hacía falta trabajar durante toda mi vida. Pero aún así, decidí ir a la universidad y pagarme yo mismo una carrera. Quería lograr por mi mismo ese placer de saber lo que significaba ganar tu propio dinero después de sudor y lágrimas.
Cada día salía de casa para comprar un poco de comida, y así, me gane el afecto de una vecina, anciana. Me explico muchísimas cosas sobre mis padres y mi familia ya que ella los conocía desde que llegaron a este pequeño pueblo. Me acogió en su casa, siempre que necesitaba algo. Sin duda era una gran mujer. Ella se encariño mucho conmigo, me dijo que era un gran niño y una gran persona; y se lo agradecí. Por todo lo que hizo por mí en tan solo unos meses.
Tuve muchas novias en este tiempo o, más bien, ligues de una sola noche. A veces necesitaba desahogarme con un poco de sexo. Pero siempre fue eso, un buen momento, nada serio.
Pero hoy, después de unas semanas en las que me dolía la pierna, caí al suelo de bruces al sentir un gran dolor en el pecho y en la pierna. Me encontraba solo en mi casa, y no podía moverme por el dolor, ni siquiera poder coger el movil para poder llamar a alguien aunque por suerte Alice, mi vecina, me vio y llamo en seguida a la ambulancia que llegó casi al instante, pero que para mí fueron los peores minutos de mi vida.
Así que aquí estaba, en un hospital rodeado de gente que no conocía, y sin saber que me pasaba. Esperando poder despertar.
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Sentí unos leves toques en la cara, junto a una luz cegadora. Me agite un poco y pude coger aire. Ya no dolía.
-Esta despertando, doctor- escuché una voz lejana. Veía todo borroso pero pude distinguir a gente moviéndose.
-Bien, tómale el pulso- otra voz, está vez de un hombre.
-Pulso estable, doctor- la luz dejo de impactar con insistencia sobre mi rostro, y pude agitar la cabeza y cerre los ojos para luego, volver abrirlos, mirando todo a mi alrededor.
-Chico ¿Cómo te llamas?- desvíe la vista y ví a un doctor de edad avanzada, mirándome desde arriba. Trague saliva e intenté responder.
-T...Thomas... T...Tru...Trüm...per...- dije con dificultad, sintiendo la lengua dormida y la voz fin y aguda.
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Nuestro Pequeño Gran Cuento - Rubelangeltwc
RomanceRecuerdo que cuando llegué a ese hospital, después de diagnosticarme un tumor en la pierna, pensé que sería un pase a la muerte; a la depresión. pero tú, un simple compañero de habitacion, me enseñaste la vida con diferentes ojos, una perspectiva di...