(Koda - Radioactive)
Pasaron unas semanas, la primera de ellas estuve fatal a causa de los síntomas de la quimio. Por suerte tan solo se me cayó el cabello de la cabeza, ya que según el doctor incluso podría ser de todo el cuerpo, pero no pasó.
Simone vino un día a pedirme disculpas y a hablar conmigo un tiempo de lo que me estaba pasando ya que se lo contó Bill. Más que mi suegra parecía mi madre, y amaba eso.
Yo cada día me encontraba mejor, con más fuerzas, y sentía que el dolor del cuerpo iba desapareciendo. El doctor me dijo que las terapias fueron un éxito, pero que aún así debía de tener una vida saludable y me volvió a avisar que tan solo lo ralentizaba pero el cáncer jamás desaparecía, yo ya lo sabía y era consciente de ello. Y Bill…él cada vez se veía peor, cómo si yo me alimentará de su salud.
La mayor parte del día estaba cansado y yo me quedaba tumbado con él en su camilla, hablando de cosas triviales y sin importancia. Cuando se dormía entre mis brazos no había nada más que admirarle, y pensar cómo podría estar un ser tan perfecto y precioso entre mis brazos, preguntándome constantemente por qué se estaba muriendo, por qué nuestro final sería doloroso, por qué el para siempre no existía en nuestra historia de amor, o quizá es porque sería demasiado perfecta si existiera realmente, quizás si estuviéramos juntos para siempre el dolor no existiría, este dolor que me mataba al verle dormido, al pensar en el final que esperaba que nunca llegará.
Pero él enseñó que la vida sin dolor no es eso, no es vida.
Y ojalá hubiera llegado antes a su vida, para destruir antes esa rutina monótona y enamorarme mucho antes de él, quizá podríamos haber llevado ya años juntos, quizá ya me hubiera casado con él importandome un poco ser tan jóvenes, solo quería verlo jodidamente feliz mientras estuviéramos juntos, quería que sonríese hasta el final, hasta nuestro final. Porque una cosa estaba clara entre nosotros dos; si uno caía, el otro también lo haría.
Quizá era malo ser dependiente de él, y que él lo fuera de mí, pero es que no teníamos nada a lo que aferrarnos, nada más a lo que creer y amar, a lo que sentirnos bien y seguros. Él era mi hogar y yo era el suyo.
Si no podíamos estar juntos en la vida lo estaríamos en la muerte.
Pero es que lo quería tanto que si me faltaba un día no podría respirar porque dolería, dolería saber que ya no podría compartir mi vida con él, o él conmigo.
Había historias de amor que acaban con un final feliz, otras con una discusión, pero tan solo conocía la nuestra que acabase con la muerte.
Pero ni la muerte nos haría separarnos, no conseguiría que nada ni nadie consiguiera separarme de él, de esto tan fuerte que siento por alguien, mi primer y único amor.
A veces pienso que el destino lo quiso así, que nos encontraríamos en el peor momento de nuestras vidas, dónde todo ya había perdido el sentido para así darnos nosotros mismos ese sentido que consistía en no morir para no alejarnos.
Joder, cuánto te quiero. Y ojalá pudiera haber un reloj que parase el tiempo, para estar todo el tiempo así contigo, admirandote, mientras te sientes seguro en mis brazos, y yo me siento seguro entre los tuyos.
Ojalá pudiera ser como ese pastor, ojalá mi beso verdadero pudiera curarte y vivir un final feliz a tu lado, pero cariño, los finales felices nunca existirán, y está historia contigo siempre será feliz si te la cuento a tú lado, mientras nos miramos a los ojos y te beso delicadamente los labios, susurrándote cuánto te quiero, susurrándote que sin ti no soy nada. Qué gracias a ti soy quien soy ahora, que gracias a ti todo vale la pena si es contigo.
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Nuestro Pequeño Gran Cuento - Rubelangeltwc
RomanceRecuerdo que cuando llegué a ese hospital, después de diagnosticarme un tumor en la pierna, pensé que sería un pase a la muerte; a la depresión. pero tú, un simple compañero de habitacion, me enseñaste la vida con diferentes ojos, una perspectiva di...