Capítulo 5

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Acababa de recibir esa dura noticia para la que nunca estuve preparado. Esa que realmente siempre supe pero no quise aceptar. Esa dura noticia que partía mi corazón.

Probablemente perder una extremidad de mi cuerpo era la cosa más dura por la que pasaría jamás, un dolor sofocante, ese que nunca había sentido. Quizá era egoísta, pero era demasiado fuerte.

Saber que nunca más podía siquiera andar, debería de usar durante toda mi vida una inútil silla de ruedas, sin poder correr y sentir el cansancio en mis pies después de demasiado tiempo corriendo. No tendría pierna, y al mirarme al espejo cada mañana, vería ese muñón que el estúpido cáncer que me habia provocado.

El dolor era peor de lo que imaginé, mis pensamientos eran más dolorosos de los que ya pensé.

¿Cómo me miraría la gente a partir de ahora? Al ver a un chico de dieciocho años sin pierna, sin una extremidad en la cual el cáncer decidio llevarse. Me odiaba, odiaba mi físico, me odiaba por tener está puta enfermedad que no me dejaba ser alguien normal.

La gente al pasear por la calle me miraría mal, se burlarían del pobre chico sin pierna, ese que va con una jodida pierna de plástico de mentira. Vergüenza, sentiría vergüenza de mi mismo.

Seguí llorando a pesar de ver al doctor irse de la habitación para dejarnos solos un momento, dolía, dolía demasiado dentro, dentro de mi. Tenía la cabeza entre mis piernas y cubria mi cara con mis brazos para que Bill no me viera en esta situación tan vergonzosa, llorando como un niño pequeño al cual le han robado su ansiada pirueta.

Bill intentaba consolarme, acariciando suavemente mis rastas mientras me susurraba que dejase de llorar. Eso era lo único bueno que tenía en estos momentos. Me sentía tan bien a su lado... y no lograba saber el por qué.

-No llores, Tom... no me gusta verte asi- me susurro al oído. Sorbi por la nariz y subí levemente la cabeza, limpiando mis mejillas más que húmedas por las miles de lagrimas, para mirarle directamente a los ojos, esos que seguramente tendría rojos en este momento por llorar.

-Bill, no sabes lo duro que es esto, joder...- murmuré sin siquiera aguantar un segundo más su intensa mirada pasar de un ojo al otro, desviandola al suelo.

-Nadie dijo que fuese fácil. Tampoco hace falta ponerse asi...- se acercó mucho más a mi con la silla y note su mirada en mi cara.

-No... esto... todo esto es una jodida mierda- articule, dejando emanar una pequeña lágrima más.

-Lo se, pero mira la parte buena, Tom... no es para tanto...- ¿No es para tanto? ¿No era para tanto perder la puta pierna? Le miré de nuevo y fruncí el ceño.

-Tú no lo entiendes. No sabes lo difícil que es saber que te van a cortar la puta pierna. No sabes lo difícil que es saber que no podrás correr o caminar. No sabes lo duro que es perder una extremidad porque no lo estás viviendo. Así que no tienes el jodido derecho de echarmelo en cara. No lo tienes...- las lágrimas volvieron a salir, pero está vez me le quedé mirándole fijamente a los ojos. No hizo una mueca, ni siquiera se movió, tan solo dejo escapar un inaudible suspiro.

-¿Crees que para mí es fácil saber que puedo morir ahogado? Que ni siquiera puedo correr a pesar de tener dos jodidas piernas porque a la mínima me canso, porque mis pulmones no funcionan como deberían. Porque me cuesta respirar, y eso es una de las peores cosas que te pueden pasar, porque duele, duele mucho. No sabes por lo que eh pasado, no sabes cómo ha sido mi infancia. Así que tú tampoco tienes el derecho a decir nada sobre mi- dijo, quedándome totalmente callado, dejando que siguiera -Porque yo estoy orgulloso de que estés bien, de que solo tengas que utilizar una mísera silla de ruedas. Estoy orgulloso de que alguien que realmente me importa no pase por lo que yo estoy pasando. Que quizá pueda morir mañana o que nunca salga de este jodido hospital, cómo yo. Que vea a mi madre llorando por mí, sin dinero porque todo se lo gasto para mis cuidados. Ver a mi hermana pequeña sola, porque nunca tendrá un hermano mayor que la pueda cuidar de todos los niños que se metan con ella. Que tú padre te haya abandonado, por ser como eres y tener está enfermedad de mierda que me está matando. Tú puedes salir de esta, puedes ser libre y tener una vida normal. Y me alegra saberlo. Así que no te quejes, cuando hay peores personas que tú. Cuando hay niños de seis años sufriendo las mismas consecuencias incluso peores. Yo no me quejo por ser de esta forma, así que tampoco lo hagas tú. No me quejo de dar vergüenza, Tom- quizá lo peor, era asumir que tenia razón, tragarme el orgullo y asumirlo.

Nuestro Pequeño Gran Cuento - Rubelangeltwc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora