Capítulo 5. Matilde.

78 23 0
                                    

Observé como Verio se iba. Noté como un nudo se creaba en mi pecho mientras observaba como se iba con una amplia sonrisa. 

Me había soltado alguna indirecta durante la conversación, pero sabía que si las seguía acabaría en un sitio peligroso. Ya había sufrido suficiente, meterme en alguna historia romántica significaría sufrir más, ¿no? Mejor no meterme. No obstante, mientras observaba como se iba, no quería que lo hiciese, hasta me moví hacia él ligeramente. Quería que se quedase y confirmarle que quería volver a verlo. ¿Por qué quería eso? ¿Es que no tenía suficiente? ¿Es que acaso no sabía que todos pueden ser majo, pero realmente, en su interior, son seres podridos que pudren lo que hay a su alrededor? 

- Matilde - me estaba llamando mi hermano, haciendo así que saliera de mis pensamientos - ¿A qué tienda quieres que vayamos? 

- ¿Tienda? - aterricé en la conversación, sin saber muy bien qué contestar

- Sí, veníamos a comprar y tú, a ser mi perchero... - comentó Juan mientras ponía una sonrisa vacilona - ¿O se te ha olvidado nuestro juego porque te has enamorado?

-Yo no hago esas cosas. - contesté con desdén, esto hizo que Juan y Miguel rieron levemente. ¿De dónde había salido ese fanático con parche y por qué se estaba riendo? Juan tenía a un admirador, reforzando sus comentarios. Eso era lo que me faltaba. 

-Si lo haces, Verio es un gran chico. - empezó a decir Miguel, con una sonrisa tierna - Poca gente es tan buena y comprensiva. Es un gran amigo mío desde hace tiempo. Es de esas personas que quieres mantener, pase lo que pase, porque valen la pena. Yo sólo te aviso por si te interesa...

Había pasado de sufrir a disfrutar de un momento a otro. ¿Eso era porque había elegido bien la canción o por haber pasado tiempo con su amigo? ¿Ese es el efecto que tenía Verio en los demás? A lo mejor, no estaba podrido por dentro... a lo mejor. Sacudí mi cabeza al pensar aquello. No debía hacerlo. En cuanto descubra todos mis problemas huirá como todos. 

Un momento. Lo primero que había hecho era contarle mis traumas y la conversación había continuado. No me había tratado mal... ni su amigo tampoco. No, tenía que haber algo que fallaba, acabaría sufriendo, sabía que acabaría sufriendo. Siempre se acaba sufriendo. Siempre. 

Empecé a respirar más rápido de lo normal. Me costaba respirar. Juan cogió mis cascos y me los puso en la cabeza. Sabía que la música me relajaba. Levanté mi mirada, observando como sus dos grandes esmeraldas se clavaban en mí, llenas de preocupación. Le acerqué mi teléfono y él, lo cogió. Seguidamente, me ayudó a ponerme música. Empezó a sonar la canción "Gratis" de Nach. Cerré los ojos y me centré en su voz:

"Escucha.

Solo quiero que frenes por un momento

y te pares a pensarlo."

Empecé a respirar hondo y más calmado, haciendo caso a Nach.  Poco a poco, iba tranquilizándome, dando toda mi atención a la canción en sí. 

"Nos pasamos la vida intentando amontonar

y deseando lo que solo el dinero puede comprar, tío.

A veces se nos olvida,

que lo mejor de esta vida,

Es gratis."

Poco a poco, el ritmo de la canción fue avanzando y yo, quedándome totalmente relajada. Tranquila, gracias a las palabras de Nach. Después de todo, hablaba sobre disfrutar de las pequeñas cosas. ¿No estaba disfrutando yo de las pequeñas cosas con esa canción? 

Noté la mano Juan en mi brazo. Me quité los cascos para descubrir que pasaba a mi alrededor. Juan y Miguel me miraban preocupados cuando ya había pasado todo. De mi hermano era normal, pero, a ese chico le acabábamos de conocer y ya me quería ayudar incondicionalmente. ¿Verio sería igual? ¿De dónde habían salido esos dos? 

Sin amor no hay futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora