Capítulo 2. Verio.

83 24 5
                                    

Un día más, disfrutando del Sol. Estaba tumbado en el césped de mi patio, con las gafas de sol puestas y mis tres perros tumbados panza arriba. Bendita primavera. Extendí mi mano derecha y acaricié la panza de Bobi, la primera perra que adoptamos. Es un pitbull de unos 9 años. La pobre ya está vieja, pero sigue adorando las acaricias en la barriguita. Me giré para observarla y ella me respondió con una bella sonrisa. Nos costó mucho trabajo a mi madre y a mí que fuese tan feliz después de tanto sufrimiento, pero la recompensa es infinita.

Miré a mi perrita Duquesa, una dogo argentina que me miraba con cara de pocos amigos. Una perra sacada de la perrera poco antes de que hubiesen firmado su sentencia de muerte. La razón era su excesiva agresividad para sus amos. Suele pasar cuando la gente compra razas sin entenderlas. Ahora, lo más agresivo que llegaba a hacer era poner la cara que tenía en ese momento. Sabía que la única mano libre que me quedaba era la de mi garfio y no le hacía gracia que le acariciase con él.

-Tranquila, no te acaricio - reí al verla así. Ella resopló y giró su cabeza al sol, disfrutando de la vitamina D.

Acomodé mi cabeza sobre la panza de Goku. Él era el segundo perro que adoptamos. Cuando conseguimos al fin quitar todos los miedos a Bobi, mi madre se encontró a un fila brasileiro mal herido en medio del campo. No soy partidario de la afición de mi madre a la caza, pero gracias a ello encontró a Goku, con heridas por todo el cuerpo. Alguien lo tendría en una de las viñas de la sierra y al no poder con él, lo hirió y lo mandó de paseo eterno. Por suerte, dio tiempo a que lo llevasen al hospital veterinario y lo curasen. Sin embargo, al ser PPP era más difícil encontrarle dueño, así que decidimos quedárnoslo. Al principio nos preocupaba como se llevaría con Bobi, pero ella lo recibió como una madre. Es el perro más leal que se podría tener. No sé cómo alguien pudo hacerle algo así, pero ahora tenía la vida que merecía. Tenía siete años en ese momento, lo adoptamos con diez meses. En ese tiempo ya le había dado tiempo a sufrir, pero ahora era feliz y eso era lo importante. Además, era una gran almohada.

Goku acercó su cabeza a la mía y empezó a llenarme de babas entre chupetones y chupetones. Le aparté delicadamente, empujándolo con el brazo izquierdo, donde tenía el garfio. Él empezó a chupar el garfio, entonces.

-¿Ves, mal humorada? Así se trata un garfio - le dije a Duquesa. Ella ni me escuchó, estaba demasiado ocupada tomando el Sol. Tampoco me hubiese entendido, pero al menos me quedaba a gusto.

Me incorporé y salí de allí. Si me quedaba más tiempo, ya no podría irme nunca. Nuestro piso no era muy grande ni el patio era muy grande, pero era suficiente para sentir paz y felicidad. Mi madre había luchado mucho y este era el resultado de tanta lucha. Ahora, sólo quedaba disfrutarla.

Agarré el teléfono y lo desbloqueé. Me habían escrito varios mensajes. Los comprobé, eran de varios grupos y de mi amigo Miguel. Ese sí me interesaba. Me había mandado lo siguiente:

"¡Verio! Necesito desahogarme. ¿Nos vemos hoy en La Merendona?¿Puedes?"

Miguel era uno de los primeros amigos que hice en Madrid. Cuando nos mudamos aquí, hacía unos 2 años y pico, el hospital infantil niño Jesús fue uno de los primeros sitios que pisé. Veníamos de otra comunidad autónoma, Andalucía, para ser exactos, y teníamos que ver todo el tema burocrático sobre mi brazo sin mano. En la sala de espera, coincidimos con una madre y un chico de mi edad, que tenía un parche en el ojo. Yo me alegré al verle y me senté a su lado. Le indiqué emocionado que juntos formábamos el dúo pirata. Si hubiésemos tenido cinco años hubiese sido normal, pero teníamos 16. Todos pensaron que era culpa de nuestro pavo. Lo importante era que, después de eso, nos hicimos grandes amigos. ¿Qué más da lo que la gente pensase?

"Vale. ¿Cuándo?"

"¿Lo antes posible?": me contestó al momento. Más le valía estar realmente deprimido, no podía escribir tan rápido con tan solo una mano.

Sin amor no hay futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora