Capítulo 29. Matilde.

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"Ellos no, no viven

mi realidad, mi realidad.

No entienden, que yo

lo hago por amor, lo hago por honor."

Empecé a motivarme con la canción "Ellos y yo" de Nach. Era la canción que necesitaba ese día. Había llegado a casa, me había puesto el pijama, había sacado mi blog y mis carboncillos para celebrar el viernes de fin de exámenes y me había puesto los cascos con la música a tope. Empecé a tararear la letra de la canción mientras, motivada, empezaba a dibujar algo que descubriría qué era más tarde:

"Ellos buscan problemas y yo busco resolverlos.

Ellos hablan y yo pienso.

Ellos dictan, yo converso.

Ellos buscan pelea, yo el tacto de cada verso.

Ellos siembran rencor, yo arranco las malas hierbas.

Ellos manejan los hilos, pero yo corto sus cuerdas"

Estaba motivada. Súper motivada. Ese era mi momento máximo de disfrute y motivación. Nach siempre había conseguido motivarme y mover la cabeza según su ritmo. Bueno, con muchas de sus canciones. Con otras sólo quería llorar. Tocaba demasiado la fibra. 

"Cuando hay miles de caminos, pero solo uno es el tuyo,

y tu voz interior se confunde entre el murmullo.

Cuando sabes que cambiar, es una misión posible,

y por mucho que juzguen tú solo puedes ser libre.

Cuando tus pies andan fríos por el filo del abismo,

y saltas horizontes, sorprendiéndote a ti mismo.

Cuando el disfraz es el traje cotidiano y no te acostumbres.

Encontrarás la luz lejos de sus tumbas"

Empecé a bailar según el ritmo de ese rap mientras mi mano dibuja de forma inconsciente. ¿Qué estaba creando? No lo sabía, pero tampoco me interesaba saberlo. Era mejor sorprenderse después. Estaba en un momento altísimo de felicidad cuando alguien quiso romper ese gran momento. Alguien me había llamado al teléfono y había cortado la canción. Mierda. 

Miré la pantalla del teléfono para descubrir quién me había roto ese momento majestuoso. Javier. Javier me estaba llamando. ¿No había tenido suficiente? Resoplé al ver la llamada y deseé no cogerla, en cambio, me acordé de las palabras de mi padre: "Graba la conversación". A ver, si le sacaba algo de información que pudiera ayudar a Verio, a lo mejor valía la pena la conversación. Puse el móvil en "grabación de pantalla" y cogí la llamada. 

-¿Qué quieres?-le pregunté un tanto borde. Me había roto mi momento, después de todo. 

-Quiero hablar, Matilde. Verio no es tan perfecto como crees-dijo con una voz melancólica

Con esa frase estuve a punto de colgarle de momento. Respiré hondo para no atacarle directamente. Información valiosa para Verio, Matilde. Tenías que sacar información, Matilde. 

-¿Y por qué dices eso?-le pregunté con tono arrogante. ¿Iba a seguir la conversación? Sí, suficiente. Encima, no iba hacerlo con un tono agradable. 

-Porque él de verdad me atacó, Matilde-suspiró al decir mi nombre. ¿En serio era necesario el suspiro? Este chico acababa bastante con mi paciencia cuando iba de víctima por la vida. Como si así ya no tuviera culpa de nada. Por favor, responsabilízate de tus actos de una maldita vez.

-¿Te atacó o se defendió?-le pregunté, creyéndome bastante poco lo que decía

-¿En serio no te vas a poner de nuestra parte? Somos tus compañeros desde hace muchos años, Matilde. Hemos vivido muchas cosas juntos...-respondió con un tono aún más melancólico. Genial. Chantaje emocional. Lo que me apetecía a mí esa tarde. 

Sin amor no hay futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora