Capítulo 26. Verio.

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Estábamos en la sala de espera. Manolito tenía su guitarra a la espalda, metida en su funda, esperando de pie, nervioso. Daba pequeños golpes al suelo mientras lo hacía. Siempre le había relajado hacerlo y a mí, siempre me había puesto más nervioso. Respiré hondo, intentando así calmarme, recordando que a la que estábamos esperando era a su madre. 

Manolito siguió igual y yo estaba ya a punto de colapsar. Respirar hondo no me había servido de nada. En ese momento, entraron los enfermeros con Patricia por la puerta. Entonces, la vi... y no me gustaba lo que estaba viendo. Patricia estaba escuálida, conectada a una bomba de oxígeno, en una silla de ruedas. Al vernos, sonrió. Con lo débil que estaba, sacó fuerzas aun así para sonreírnos. Después de todo, no dejaba de ser ella, la que iluminaba cada habitación por la que pasaba. Aunque esa luz estuviera tenue, seguía en ella, iluminando a su alrededor. ¿Cómo podía haber acabado así? ¿Cómo podía estar tan mal? No se lo merecía. No. Ella, no. 

Tragué saliva al verla, lo último que necesitaba Patricia era que viene la tristeza en mi rostro al verla así. Manolito fue directo a abrazarla, esto hizo muy feliz a ambos. Éste se separó y Patricia le pasó la mano por la frente, como muestra de cariño, como había hecho siempre. La diferencia es que ahora tenía que esforzarse mucho más por hacerlo. 

-Verio, ¿qué haces aquí?-preguntó, algo vergonzosa

-Quería verte. Veo que sigues siendo el ser de luz de siempre-me acerqué a ella con una amplia sonrisa, agarrando una de sus manos.  

Ella, como respuesta, agarró mi mano con la poca fuerza que le quedaba y una dulce sonrisa. Me miró de arriba abajo y puso la otra mano que le quedaba libre en mi mejilla, como si así me observara mejor. 

-Mira el hombre en que te has convertido... Me alegro de poder ver esto

-Hablando de eso... Creo que hay que decírselo a mi madre. Si no, te perseguirá con la chancla como mínimo en el inframundo-le dije, soltando su mano para agarrar la que había puesto en mi mejilla

Manolito se quedó de piedra cuando me escuchó decir eso, esperando un momento incómodo. En cambio, Patricia empezó a reír, de forma débil. Era una pena que lo hiciese así... Siempre había tenido una risa muy peculiar, la cual se escuchaba por cualquier sala, bar, restaurante, calle, avenida... que pasase. Ahora se había convertido en una risa que tenías que estar atento en escuchar. Era una pena, sí, pero por lo menos seguía riendo a pesar de todo. 

-Sí, eso es algo que haría Caridad. Totalmente cierto. Me temo que deberíais decírselo. Eso sí, yo no. No estoy para aguantar regañinas-dijo bromeando, mientras encogía los hombros de forma burlona al dejarnos a nosotros con el marrón. Era bonito ver que seguía con ese espíritu bromista. 

-Entonces, se lo dirá Verio. Yo tengo una madre que no puede aguantar ya regañinas-respondió Manolito, señalándose a sí mismo y poniendo cara de pena. Patricia volvió a reírse y yo los miré con cara de pocos amigos. Después de todo, me habían dejado con la odisea de darle esa noticia a mi madre. Eso iba a ser incómodo. 

Madre e hijo empezaron a reír al verme así. Yo paré de mirarlos con cara de pocos amigos para cambiar a una cara llena de felicidad. Era bonito verlos tener un momento feliz en una situación como esa. Aunque fuese en mi costa. Me hacía tan feliz verlos así que estaba a punto de emocionarme. Era bonito ver que, aun cuando la vida la consumía, no perdía su risa y su humor. Después de todo, era ella, aunque no pareciese ya ella... 

-Bueno, hijo, veo que has traído la guitarra. ¿Me vas a dar un concierto con Verio? ¿Vais a volver a formar mi dúo favorito?-preguntó Patricia, algo ilusionada. 

Si hubiese estado como siempre, hubiera bailoteado mientras lo decía, pero ahora, sólo movió ligeramente la cabeza. Sin perder aún su chispa. 

-Por supuesto, hay que aprovechar que Verio está aquí.-se acercó con tono divertido a su madre- Sin embargo, antes quería cotillear un poco. ¿Sabes que Verio ha dado un braguetazo y sale con la hija de Rafael Galileo? Además, tiene sida y todo. Le hemos estado preparando toda la vida para este momento, mamá.

Sin amor no hay futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora