14 TODO VA BIEN

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—[...]

—¿Alexa? Esta ocupada... conmigo. ¿Porque le hablas, en primer lugar?

—[...]

—Olvidalo, esas clases se cancelan hoy mismo.

—[...]

—¿Hablar con ella? ¿Eres un idiota? Claro que no. Ni hoy, ni mañana ni nunca. ¡Piérdete imbécil! —colgó y regresó el teléfono a Alexa con un mirada de enfado.

Ella quedó boquiabierta sin poder decir una palabra ¿Que fue todo eso? Bajó la mirada sintiendo vergüenza por lo que Jay podría pensar «No me volverá a hablar después de esto» Pero como si lo hubiese invocado con el pensamiento, el teléfono volvió a sonar.

—Pero que insistencia —Goo tomó el celular, se levantó de su silla, fue a la puerta de entrada y lo arrojó con todas sus fuerzas. El teléfono se estrelló contra la pared de enfrente y no volvió a sonar— Te compraré otro —le sonrió a Álex y se sentó de nuevo.

—No quiero otro teléfono —su vocecita apenas se escuchó.

—No te preocupes. Lo único que quiero es que ese idiota te deje de molestar.

Goo estaba por llamar a la mesera para pedir otro café, cuando Alexa se levantó y, sin decir una sola palabra giró sobre sus tobillos y se fue.

—Oye, oye ¿A donde vas? —Goo va tras de ella y la toma del brazo.

—Sueltame, porfavor —pide en voz baja.

—¿Que te pasa? ¿Estás molesta porque rompí tu celular? Ya te dije que te compraré otro. Es más, vamos de una vez y pides el que quieras. Después regresamos a la cafetería.

—No quiero que me compres otro teléfono, no quiero ir a la cafetería y tampoco quiero verte de nuevo.

Goo se sintió aturdido por la firmeza con la que le habló, firmeza tan poco común en ella. No se dio cuenta como Alexa se soltó de su agarre y siguió su camino dejándolo solo y confundido bajo el faro dela calle.

—Rojita... —habló en voz baja mientras la veía alejarse y perderse al dar la vuelta en la esquina. De pronto, una extraña sonrisa se dibujó en su rostro— ¡Sii! No lo puedo creer, nuestro primer pleito, ¡Que emoción! —Salto de gusto y fue a buscar su auto— mañana iré a su casa con flores para reconciliarnos.

Goo caminaba por las calles con las manos en los bolsillos y una sonrisa traviesa en el rostro, sintiendo una extraña emoción por su primer pleito con Alexa. Se imaginaba cómo sería la reconciliación al día siguiente, con un ramo de flores en mano y una disculpa preparada. Su mente bullía de planes y estrategias para hacer las paces con su linda rojita. Se sentía vivo, emocionado por como iban las cosas. Parecía que él único problema era el hecho de que el pleito inició por Jay— Que más da, no volverá a hablar con él. Ahora solo falta averiguar quién es el otro tipo y desaparecerlo ¡Todo va tan bien! —estaba tan feliz que no quiso esperar. Pensó que llegar a casa de Alex esa misma noche y sorprenderla sería una gran idea.

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Alexa estaba en su habitación, abrazando la almohada con fuerza mientras las lágrimas le inundaban los ojos. Se sentía confundida, herida y asustada por la situación con Goo. Se supone que él era un príncipe, no debía reaccionar con tanta violencia.

—Creo que me engañe a mi misma.

Estaba hundida en sus lamentos cuando escucha el sonido de una motocicleta— ¡Es Jay!

Se asoma por la ventana y le hace señas para que no toque la puerta. Baja a hurtadillas sin que su hermano se de cuenta y sale a la calle.

—¿Que haces aquí? —pregunta preocupada.

— ...

—N-no, no estaba llorando... bueno, solo un poquito.

— ...

—¿Que quién era..? —Alexa jugaba nerviosa con sus dedos sin saber que decir. Jamás imaginó que Jay se presentaría en ese preciso momento.

— ...?

—No, no es mi novio. Es el chico del que te hablé.

— ..!

—Ya se, ya se. No me regañes, yo ya lo hice.

Jay vio a su amiga bajar la mirada con tristeza. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza para consolarla mientras ella sollozaba en su pecho. Alexa lo agradeció y se aferró a él en medio de un sentimiento agridulce. No podia negar que también sentía cosas por él y ahora que había decidido alejarse de Goo, lamentaba tampoco ser correspondida por Jay.

De vuelta a su habitación, después de haberse despedido de su amigo, Alexa no podía dejar de pensar en la reacción desproporcionada de Goo. Volvió a abrazar su almohada y dejó escapar un fuerte suspiro.

De pronto, un pequeño golpeteo en su ventana la alerta.

—¿Un pájaro? —se acerca, pero al abrir, se cae de espaldas.

—¡Rojita!

Era Goo, colgado de la ventana del segundo piso con un ramo de flores y una enorme sonrisa— ¿Como estas roji..? ¿Que te pasó?

Alexa limpia sus lágrimas e intenta ocultar su rostro- Nada, no me pasó nada.

—Estabas llorando ¿Quién te hizo llorar? —terminó de empujar la ventana y entró completamente a la habitación.

—No es nada. No puedes estar en mi cuarto y menos a esta hora.

Pero él la ignoró. Su carita estaba roja y está vez era por estar llorando. Sintió una presión en su pecho cuando vio sus ojos llorosos.

—¿Quién te hizo esto? —insistió mientras la tomaba de los hombros con fuerza.

—¡Tu! —lo aparta y da la vuelta para que no la vea de frente.

—¿Yo? Pero... —se detiene por un momento a pensar— ¿Pero que te hice?

—¡Eres un patán, grosero y controlador! ¿¡Como pudiste hablarle así al único amigo que tengo!? Tu no tienes ningún derecho a prohibirme nada. No importa cuánto me gustes ¡No quiero verte jamás!

—¿¡Es por ese niño idiota que..!? Espera, ¿Que?

Alexa sintió como si el mundo se detuviera por un momento cuando las palabras salieron de su boca sin filtro. Su corazón latía con fuerza y podía sentir el calor de la vergüenza quemando su piel. Cubrió su rostro con las manos, esperando desaparecer de la situación embarazosa que acababa de crear. «Oh, no», pensó para sí misma, mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para explicar su arrebato repentino.

—N-no, yo no... l-lo que dije fue que... q-que... ¡Y-ya sal de mi habitación!

Goo se recargó del pequeño escritorio junto a la ventana con el ramo de flores cubriendo su rostro. Sentía la respiración pesada y que el corazón estaba por salirse le del pecho. Con ambas manos extendió el ramo hacia Alexa mientras mantenía la mirada clavada en el piso. Cuando ella lo tomó, Goo giró y salió por la ventana sin decir nada. Dejó a Alexa sola, lidiando con su propia vergüenza.

Ella quería llorar de la vergüenza y la frustración que estaba sintiendo, pero cuando estaba por arrojarse a la cama, la ventana se volvió a abrir de golpe.

—¡Tu también me gustas! —Goo gritó a todo pulmón, para después cerrar la ventana y salir huyendo de ahí.

UN TOQUE DE COLOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora