50 llamadas perdidas o más, una lista larga de mensajes sin responder. Ese fue el día de Goo Kim.—Vamos roja, no puedes ser tan terca —seguia marcando mientras se sentó en la mesa del café donde la dejó. El juraba que lo estaría esperando para pedirle perdón.
Una llamada más... No respondió— Vamos, contesta.
—Eres una mierda de hombre, esa niña estaría loca si te responde. Espero por su bien que este volando a Europa, lejos de ti.
—¿Que..? ¡Oh, no puede ser! —Goo suelta una risa burlona cuando ve al trabajador limpiando bajo la mesa— al fin algo para lo que sirves, para estar con ka basura.
—Vete al carajo.
—Vamos, hombre. Olvida los rencores y dame esa mano... Hyun-su.
—...
—Así que ahora esto es a lo que dedicas... Te queda, te queda muy bien.
—Vete a la mierda. Todo este centro comercial es de mi padre, yo solo... Solo estoy castigado. Además, todo esto es tu culpa.
—Un treinton castigado, que divertido.
—Imbecil —murmura entre dientes— por cierto, ¿Esa niña es tu..?
El rostro de Goo oscureció al instante que hablo de Álex. Pero de inmediato una sonrisa despreocupada sustituyó su expresión— es mi chica.
—Si, eso creí. Me recuerdas tanto cuando empecé a salir con Lil...
No pudo terminar la frase. Goo lo tomó del cuello de la camisa y lo arrojo al suelo provocando el caos al rededor.
—No hables de ella con tu asquerosa boca —lo presionó contra el suelo.
La mirada de Hyun-su se nublo de terror por un momento. Pero el rencor, la ira y el deseo de venganza que no podría satisfacer nunca le dieron valor.
—¿Que? Solo proteges a tu chica, ¿No es así? Lo único que quieres es que ese montón de libidinosos dejen de verla y desearle.
—Tu no sabes...
—Eres como yo, tu eres como yo —Hyun-su suelta una risa sardonica, casi demoniaca— le prohíbes hablar con amigos, ¿O me equivoco? La culpas de que otros se fijen en ella. Dime ¿Ya le rompiste el celular?
Goo se quedó completamente mudo, sintiendo un puño estrujando su pecho y un escalofrío recorres sus extremidades.
—Eres como yo —Hyun-su seguía burlándose de él, sin sabiendo que de un solo golpe podría acabar con su vida.
—¡Eso no es verdad! Yo a ella la amo. ¡Tu comprabas a Lili! —lo sacudió con furia.
Hyun-su soltó otra risa siniestra— Yo amaba a Liliana, la amaba con todo mi ser. Pero a veces necesitaba reglas, y cuando rompía esas reglas —apretó los dientes con furia— ¡no podía evitar golpearla! Y eso es lo que harás: cuando no soportes los celos tendrás que enseñarle a comportarse.
Goo lo soltó de inmediato como si estuviera tocando algo contaminado y sintió un extraño temor invadiendo su cabeza... Temor a la verdad— Estás loco —lo dejo en el suelo y camino en dirección al estacionamiento mientras la risa del hombre resonaba detrás de él.
—Eres como yo, Goo Kim... ¡Eres como yo!
Se alejo lo más pronto posible de ese lugar y trató de callar esa siniestra risa de sus oídos. Pero esas palabras seguían reverberando en su cabeza "Eres como yo" ¿Era verdad? ¿Podría ser él tan monstruoso como Hyun-su? Sacudió la cabeza, intentando despejar esos pensamientos oscuros.
—No ¡No! No soy cómo él. Yo amo a rojita, jamás la haría ni siquiera... Llorar —tragó seco cuando recordó sus ojitos llorosos y la forma en la que la ignoró— soy la peor mierda del mundo.
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Cuando Alex llegó al taller, Gabriel ya no estaba.
—Seguro fue a una cita —suspiro entrecortado y se sentó frente a su caballete.
Era la mejor forma que tenía para pensar.... A veces para no pensar... Quizás pintar era lo único que tenía. Después de un rato de trazar observó lo que había hecho— esto es basura — enmedio del llanto empujó el caballete hacia adelante y este calló a los pies de una elegante dama que entró al taller sin ser escuchada.
—Oh, ¿Pero que ue te pasa, dulzura?
Alexa limpió su rostro de inmediato— D-disculpe, no me di cuenta... L-lo siento mucho. ¿En qué puedo ayudarle?
—Pero mírate —se acerca y la toma del rostro— ¿Que hace una niña tan bella llorando?
—N-no es nada, pero gracias.
Sin embargo Alexa tenía los ojos y labios hinchados de tanto llorar. Su tristeza era algo que no podía ocultar— solo... —bajó la cabeza— discutí con mi novio.
—Oh, problemas con tu novio. Tranquila, niña bonita, estoy segura que todo se solucionará.
—No estoy segura de eso —suspiro de forma entrecortada.
—Claro que si lo hará, a menos que... Oh, ¡el canalla te fue infiel! Por supuesto, así son todos.
—N-no, no se trata de eso. Es solo que... Bueno, el... El se comporta de forma extraña. Revisa mi celular, mis amistades, me prohíbe hablar con algún chico, hasta quiere que cambie mi forma de vestir. Es tan celoso que se enoja incluso si alguien me voltea a ver.
—Ay, los celos juveniles —suspiro en medio de un viaje de nostalgia— son tan problemáticos. Mi niña, un hombre celosos es encantador, pero un hombre controlador es... Bueno, supongo que ya te has dado cuenta. Escucha, cuando me case con mi esposo, era más o menos parecido. Siempre quería saber donde estaba y con quién estaba. Adoraba esos lindos vestiditos cortos, pero al mismo tiempo se volvía loco si un hombre voltea a verme.
Alexa la escuchó atentamente. Había algo en esa mujer que cautivaba, quizás su belleza, quizás su voz: un susurro cálido y seductor, un canto suave que parecía flotar en el aire con una dulzura inigualable. Una voz aireada e hipnotica. Para Alexa era una Marilyn Monroe coreana— Entonces, ¿que hizo?
—Termine con él.
—Osea que ya no están juntos.
—Si lo estámos, pero tuvo que cambiar. De no haberlo hecho, jamás habría regresado con el.
—Usted cree que mi novio...
—No podría decirlo, pero si el viejo cascarrabias de mi esposito cambió, supongo que un joven como tú chico puede hacerlo... Todos podemos. Tu puedes.
—¿Yo?
La mujer vio por todos lados y dió unos pasos aquí y allá— oh, este es mi cuadro —le mostró el recibo.
—De acuerdo —Alex tomo el recibo y le envolvió el cuadro en silencio con la cabeza llena de dudas. Cuando se lo entregó, por fin habló— señora, porque dice que puedo cambiar, que es lo que necesito cambiar.
La mujer le pellizco una mejilla— ya te darás cuenta de eso, mi cielo, ya te darás cuenta— tomó su cuadro, su bolso y giró pars irse.
—E-espere... Usted, ¿quien es usted?
—La señora Jeong, aunque todos me dicen "la tercera".
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UN TOQUE DE COLOR
FanfictionElla observaba desde la distancia, cada día a la misma hora, al desconocido que se había convertido en su fuente inagotable de inspiración. Tejía historias imaginarias que solo existían en un rincón secreto de su corazón y les daba vida sobre el lie...