Cuando su tío Darius dio un golpe de estado, a Elizabeth no le quedó más opción que huir por su vida. Sin más aliados que su leal guardia de cuatro hombres, corrió por los antiguos y húmedos pasadizos del castillo imperial. Su vestido de lino fino, manchado con la sangre aún caliente de su padre asesinado y sus ojos perdidos por la imagen presente en su pupila.
—¿Que se supone que haremos ahora con ella, capitán? Las cuevas sucias del bosque no es el lugar para una princesa.
—Tampoco lo es un ataúd frío. Iremos... iremos a buscarlo a él.
—Te volviste loco, Vladimir.
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UN TOQUE DE COLOR
FanfictionElla observaba desde la distancia, cada día a la misma hora, al desconocido que se había convertido en su fuente inagotable de inspiración. Tejía historias imaginarias que solo existían en un rincón secreto de su corazón y les daba vida sobre el lie...