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Charlie le tenía miedo a los truenos.
Ni siquiera tenía idea de por qué.
Creo que todo pasó casi seis meses después de comenzar a vivir juntas. En el momento en dónde pensaba que no podía descubrir nada nuevo de ella.
Había comenzado a llover y las luces se apagaron. Apenas y podía verla cubriéndose con las cobijas dejándome fuera.
─¿Por qué estás hecha un ovillo en la cama?
─Tengo frío. ─ Alcanzó a murmurar.
─¿En serio?
Una luz iluminó la habitación por la ventana y el estruendoso ruido no se hizo esperar.
Sentí unas manos aferrándose a mi blusa y en cuestión de segundos el ovillo era una chica aferrada a mi.
─Le tienes miedo a las tormentas.
─No es cierto. ─ Se apresuró a contestar.
─No te estaba preguntando.
Y desperté a la mañana siguiente con la misma chica aún sobre mí pero ahora con una expresión alegre.
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