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Charlie planeó nuestra cita semanal.
¿Había mencionado que es terrible en eso? Fuimos al centro comercial. Era bastante divertido. Emily y Angel seguían burlándose en secreto de ella por escoger sitios muy comunes.
Pero para mí era especial. Ella podía tomar mi brazo y meterme a una tienda arrastrando. A veces me pedía probarme ropa. En otras ocasiones me preguntaba si podríamos comprar dulces o solo íbamos a caminar en círculos. Ella era especial con su montón de gustos raros.
Pero esa ocasión fue distinta.
Porque fue directo a una tienda de ropa y miró la única sección que yo jamás miraría.
Sus ojos brillaban como nunca y me llenaba de alegría verla tan radiante. Igual de alegre que cuando hablaba sobre los arcoíris, los unicornios o cuando vestía su ropa preferida. Tan alegre como después de nuestro primer beso.
─¿No te parece bonito, Vaggie?
Tenía una camiseta con una cabrita en medio y en secreto sus ojos me pedían que la comprara. Y sin duda estaba dispuesta a darle todo lo que quisiera.
─¿Quieres tener una familia?─ Preguntó en voz baja. Sabía a lo que se refería.
─Tú eres mi familia. No me importaría si pudiéramos tener a alguien más. Una pequeña estrella para nosotras, ¿No crees?
Teníamos veintitrés y veintiuno. Y ella aún era toda una niña. Una niña con cabello como el sol que adoraba los arcoíris. Pero no podía parar de imaginarla cargando a una bebé que pudiera usar la camiseta que compró y esa siempre sería la mejor imagen que mi pobre imaginación pudo crear.
Pequeño momento de felicidad…
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