Me despierto con el cantar de los pájaros y el sol tibio entrando por la ventana.¿Cuánto más puede ser una simple mañana, cuando se enreda en tu cuerpo haciéndote sentir emocionada por el día, sin haber siquiera abierto los ojos?
He dormido profunda y placenteramente. Mi cuerpo está blando y relajado, envuelto en suaves sábanas y rodeado por un cuerpo cálido y denso.
El brazo de Federico cae pesado sobre mi cintura, y me giro sobre mí misma para quedar de frente a él. Está profundamente dormido, la luz de la ventana baña su rostro y no puedo dejar de sonreír.
Estiro mi mano para acariciar su mejilla y jugar con su bigote.
Nunca me sentí así antes... tan... enamorada.
Tiemblo un poco con aquel sentimiento sacudiéndome los huesos y beso con cuidado la comisura de sus labios. Se mueve un poco y murmura, pero no se despierta.
Me invade una terrible desazón en el instante ante la idea de que esta mañana solo pueda ser eso... un momento.
Querría retener este sentimiento, estirar el tiempo, asegurarme de que cuando salga de la cama nada va a cambiarlo, pero sé que no es posible.
Inspiro, sintiendo un repentino nudo en el estómago, pensando en que debo confesarle tantas cosas a Federico que podrían cambiar este momento... No sé cómo pueda tomárselo, no soporto la idea de que se moleste conmigo, aunque es inevitable, y además... no sé qué debo hacer con respecto al manejo de la hacienda.
Tal vez, si se lo pido, Federico esté dispuesto a disolver algunos de esos "negocios" que mantiene con mi padre y Lugo, pero eso no los elimina del historial de la hacienda... y esa gente es peligrosa, pueda no tomarse bien la terminación de sus ingresos.
Alguien está molesto conmigo y me es demasiado fácil olvidarme de aquel terrible riesgo que corro mientras siento a mi lado la protección de Federico. Pero la amenaza está ahí, esperando el menor descuido.
Siento que aquí todo es espeso y está manchado. De alguna forma, la liviana fantasía de empezar con él de nuevo en algún sitio me despierta una ilusión esperanzadora, pero acaso, después de todos estos años de trabajo, ¿sería Federico capaz de dejarlo todo solo por mí?
Ciertamente, yo voy a tener que dejarlo todo por él.
Tiemblo ante aquel baño de cruda realidad. Es un salto al vacío, no son mis sentimientos o los suyos el evidente problema sino el contexto que los rodea y los ensombrece. Como una hermosa flor rodeada de oscuridad y tierra seca.
¿Podremos sobrevivir?
¿Podremos sobrepasar el momento en que Federico sepa de mis conversaciones con Gabriel, de mi falsa ceguera? ¿Podré soportar enterarme de verdad las cosas que él ha hecho por obtener dinero y poder en la hacienda?
Logro incorporarme en la cama, brevemente desanimada y me siento, observando mi habitación.
"Nuestra", como él dijo anoche.
Sus gestos, su forma de tratarme... todo me habló de amor.
Si es así, si eso es lo que es... Aquel posible amor se debate entre la espada y la pared, el sentimiento contra la moral, la ley, la justicia.
Pensando en la justicia, recuerdo que, aunque es fin de semana, mañana debería ir a ver a un abogado, para resolver mi situación marital lo antes posible. Podría consultarle fácilmente a Don Feliciano, pero no quiero que mi padre se entere de nada, así que debería buscar a alguien más. Estoy casada en Estados Unidos, pero tal vez un abogado aquí pueda orientarme sobre los pasos a seguir.
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Ojos que no ven
RomanceLa vida de Cristina Álvarez Rivas está sujeta a una trama paralela que ella ignora. El pasado que desconoce y el que ha olvidado, colisionan en un presente turbulento, cayendo las piezas de dominó una a una a medida que avanza su estancia en la haci...