Nota 5

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Con los dedos de una mano te puedo contar a Judas.



La traición la veo como el único acto humano más honesto.

Yo no creo en la maldad o la bondad; más bien creo en la gente cometiendo acciones por su propio beneficio, la cosa es que sacrifican la paz de algunos en el camino.

Es triste que siendo tan joven conozcas la traición tan rápido.

Yo juraba por Dios la bondad de tres demonios, con sus sonrisas tan tiesas en sus rostros creyendo que eran genuinas. Ingenua yo, que al ser noble y pura mi absurda ignorancia me llevo a confiar en ellos, a meter mis manos al fuego, a casi dar mi vida por su satisfacción. Y que en mis peores días, aquellos en los que escribía poesía, me dieron la espalda, me cerraron la puerta en la cara, me escupieron la mano cuando les pedí ayuda y me dejaron allí, agonizante. Tragándome el grito de histeria que no me atrevía a soltar para no llamar la atención.

Lo más triste de todo, es que volvieron cuando vieron que estaba bien. Después de que no me quisieron ayudar, después de que me dejaron sola con la vida prendada del hilo de mi garganta, regresaron por más de mí como si no se hubiesen quedado con la mejor parte.

¿Lo peor? Que los deje entrar.

Pero ya cambiada, más fría, deprimente, solitaria, elocuente, directa y egocéntrica, y no porque sea la mejor, sino porque no podía ser más miserable. Lo visualice a cada uno como quién visualiza su vida en una realidad paralela a la suya, yo lo hice pero no de manera alterna, sino pasada. Existían dos versiones de aquellas “amistades” ; las que yo había idealizado y las eran en realidad.

La diferencia, como siempre, estaba en la expectativa de la ignorancia. Sin la ingenuidad de mi imaginación, no eran más que tristes seres sin gracia ni virtud.

Quise con todas mis fuerzas odiarlos, como si fuera capaz de odiar a alguien más que no sea yo. Quería maldecirlos mil veces como ahora había aprendido a maldecir, desear que se pudran en el peor de los infiernos sin pisar la muerte y, si al caso llegasen a morir, cagarme en sus tumbas y luego prenderles fuego y con las mismas llamas prenderme un porro riéndome de su desgracia.

Hacerles lo mismo, vengarme, que confiaran en mí y luego escupirle el rostro mientras los llenaba de puñales en las espalda, en el pecho, la frente, no me importaba, pero que vieran que era yo.

Sin embargo, detestaba tener un alma tan... sublime, noble, bondadosa que era incapaz de ser corrompida por cualquier impureza que habitase el planeta. Solo me quedaba la opción de imaginarme ser mala porque, por más que intentaba, simplemente no me salía.

Cómo la estúpida que soy, solo les dije la verdad. Todo lo que pensaba de ellos, de lo que me hicieron sentir, les dije de la manera más delicada como me dolió sus acciones. Al parecer fuí tan insufrible, los pobres se indignaron por que era incomprensible al no tomar en cuenta su dolor y tribulaciones, y claro como era de suponerse, se hicieron las víctimas, lloraron, se lamentaron, me dijeron que me perdonabansin saber qué me perdonaron exactamente, y se fueron.

Así fue como apartir de los 15 quedé sola.

Y ellos no lo sabían, pero no saben el favor que me hicieron al traicionarme.

Notas de una mente BizarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora