Nota 11

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Azulejo

Una vez, una tarde en la sala de mi casa contra la ventana chocó un azulejo.

Era normal que se posoran vagamente de vez en cuando, pero la primera que uno chocaba estrepitosamente contra el cristal.

Tendido en el suelo, herido con un ala rota, desvalido, con miedo y angustiante, decidí cuidarlo; lo puse en una cajita, intenté curarle el ala con un torniquete improvisado con unos palillos, le di comida, calor, agua, lo bañé, le di amor.

Y aún así murió.

Ahí, entre mis manos, mi cuidado.

Dolida, lo enterré en el jardín, mientras le rezaba, lo llené de flores silvestres y me quedé en el suelo, envolviéndome con la tierra como si también quisiera enterrarme con él.

Aquel azulejo fue mi primer cadáver.

Notas de una mente BizarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora