Nota 12

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La inocencia de la Niñez

Que arrecho es la mente infantil.

Recuerdo muy claramente mis recuerdos de niña. Estaba sola la mayor parte del tiempo, pero eso me daba más tiempo para dejar expandir mi imaginación.

Cualquier cosa lo convertía en un juego, porque me enseñaron a adaptarme a cualquier situación y moldearla a mi favor. Cuando me tocaba sacarme sangre en el hospital, mi madre decía que era chocolate y me imaginé a Willy Wonka creando dulces con ella. Fingía que la intravenosa era un suero capaz de darme superpoderes. Al sentirme sola creaba una tierra mística de la que tenía que escapar y los golpes que me dieron... eran monstruos que lograron alcanzarme y luego luchaba para huir de ellos.

A menudo pienso que los niños son más fuertes que cualquier adulto. Mis mejores juegos infantiles surgieron de mis peores situaciones. La mente de un niño es ignorante de las palabras dolor, maldad, sufrimiento, muerte. Son inmortales e indestructibles porque creen que todo es un juego, que todo es parte de su imaginación incapaz de ser corrompida.

Como aquella vez que jugaba con mi prima. Tenía unos 6 años ella tendría como 16 cuando nos estábamos bañando (una costumbre bañarse con tus primas estando chiquitas en mi familia) y me sugirió un juego.

«Vamos a jugar», me dijo.

Yo, contenta por jugar, dejé que me restregara el cuerpo con el jabón y el agua.

«Es un juego», me repetía.

Dejé que ella me secara con el paño y sentía sus dedos firmes mientras los hacía.

«Es un juego»

Dejé que me acostara en la cama desnuda, que besara mi cuello, que me hiciera cosquillas en esa parte donde salía la orina.

Que la besara, me decía, que me tocara, me pedía.

«Es un juego, un juego»

Nunca lo entendí. No me afectó el acontecimiento sino después de tres años. Cuando le comenté, mucho tiempo después, el extraño juego a mi mamá de lo que ocurrió.

«Hija, abusaron de tí», me dijo.

¿Abusar? No le entendía.

Tenía nueve años cuando me explicó para qué sirve la parte donde te baja la orina, me dijo que aquello que tenía que cuidar y limpiar todos los días tenía un propósito y no era el que había hecho mi prima conmigo. Que eso no se deja tocar por nadie, que eso era malo, que no debí callarme, que no debí dejarme tocar.

«Pero era un juego...»,murmuré cuando entendí lo que me habían hecho.

Por eso digo que la mente de un niño es indestructible, no conoce el dolor, por ello no lo entiende cuando lo siente y piensa que... es un juego.

No sabía que me habían hecho daño hasta que me dijeron lo que era.

Abuso infantil...

Que putería.

Notas de una mente BizarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora