Acá estoy.

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Luego de firmar los papeles del divorcio, se quedaron todos un rato charlando, Lionel se sintió por primera vez en mucho tiempo relajado y aunque poner fin a una relación no era fácil para nadie, por lo menos en ese momento en que estaba con sus amigos se dispuso a disfrutarlos porque tenía la sensación de que todos esos meses se los había perdido, que había estado, pero no. Miraba por momentos al Ratón y pensaba en cuanto lo extrañaba, aunque lo hubiera tenido al lado todo el tiempo. Ayala notó en el dt aquella mirada risueña e iluminada, y como los miraba así, como un fotógrafo que captaba momentos inolvidables, y sintió una felicidad inmensa por su amigo.

Cuando todos se estaban preparando para irse, y Pablo estaba tomando su campera y su bolso, mientras Lionel despedía a Manna, el pujatense cerró la puerta y lo vio un momento mientras el pediatra se acomodaba los rulos que se le habían desordenado al ponerse el buzo y quedó allí pensando tildado con la mirada puesta en el cordobés:

- Che – dijo algo inaudible, pero Pablo llegó a escucharlo así que se dio vuelta para mirarlo: - te quería agradecer por todo- Pablo sonrió y Lionel sintió que pocas veces había visto una sonrisa así de tierna y dulce, casi como aquella que Pablo le regaló a Tadeo el día del turno:

- No fue nada – le dijo caminando hacia la puerta y le palmeó el hombro:

- Es raro, ¿no? – Pablo se frenó frente a la puerta sorprendido por las palabras del dt: - hoy en los vestuarios cuando me estaba abrazando Walter y te vi, sentí que te conocía hacia años- hizo una pausa: - ¿a vos no te pasó? – Pablo estaba a punto de salirse de la vaina, de agarrarlo de los brazos y gritarle que hacia un mes lo tenía loco, pero sabía muy dentro de sí que el dt no se refería a ese tipo de conexión:

- Si, puede ser porque tenemos historias similares- se miraron un segundo mientras Lionel llevaba su mano al picaporte de la puerta, ninguno sabía que decir, ya que desde aquel momento en el vestuario en que forcejearon ambos sentían cierta tensión al mirarse a los ojos:

- Si, si debe ser por eso – dijo Lionel tratando de sacudirse aquel cosquilleo que le producía la mirada intensa de Pablo fija en él, abrió la puerta: - bueno... ¿Qué noche no? – agregó riendo tontamente – estoy agotado – Aimar lo miró, sintió la evasiva en su tono, aquel intento de huida por parte del dt, fingió una sonrisa:

- Si, la verdad fue una noche intensa, yo también estoy cansado- hizo una pausa, le palmeó el hombro a Lionel: - nos vemos Gringo ¿puedo decirte Gringo? – Lionel rio, y Pablo quería llevarle la sonrisa por delante con un beso apasionado:

- Si Pablo, decime como quieras – se dieron la mano y se despidieron, Pablo dio unos pasos y se dio vuelta para mirar la puerta azul que se cerró tras de sí y ver por la ventana como Lionel se sentaba en el sillón y debajo del velador de pie y tomaba el sobre con los papeles de divorcio que había firmado unas horas antes, no sabía si volver a tocar la puerta y acompañarlo o dejarlo solo y que hiciera su duelo, al fin y al cabo, parecía que había esperado a estar solo para llorar.

Unos días después el pujatense se despertó como si mientras dormía lo hubieran molido a palos, estaba dolorido y cansado, se sentó y miro el reloj 7:30 en números rojos titilantes en un aparato viejo en la mesa de luz le decía que era demasiado temprano para levantarse un día libre, pero no le hizo caso. Se preparó el desayuno y se calzó el jogging, decidió que era un buen momento para empezar a correr. Metió el sobre con los papeles de divorcio en la mochila, suspiró como para darse coraje y abrir la puerta fue hasta la vereda, hizo un trotecito y salió.

Ay, esa briza fresca en el rostro, esa música en los oídos, los últimos días del verano se estaban despidiendo y podía sentirlo, en la luz del sol que asomaba y en el olor de la mañana, entraba por momentos el aroma del pasto recién cortado de la plaza, o el del café de la cafetería de la esquina que se mezclaba con el olor a tierra mojada al caer el rocío de la mañana, y le hizo acordar a las canchas de la AFA, a los entrenamientos, a los chicos, a Tadeo cuando se levantaba a la mañana.

Curitas para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora