Todos tenemos un poco de miedo.

109 11 0
                                    


Había ya despegado el avión que los llevaría a su primer destino, Filadelfia y Walter recordó la película que llevaba el nombre de la ciudad donde jugarían el primer amistoso. Y comenzó a contarles en el viaje la trama maravillosa y espectacularmente actuada – según sus palabras- por Tom Hanks y Denzel Washington. Ayala y Scaloni lo escuchaban mientras el ayudante de campo la contaba con entusiasmo.

Lionel recordaba aquella escena en el vestuario donde el personaje de Hanks, quien ocultaba su homosexualidad, tenía que oír chistes homofóbicos de sus jefes, y pensaba en cuantas veces había estado en la misma situación y ver a algún que otro compañero incomodo por lo que oía, incluso el mismo. "al tipo lo echaron por puto" dijo Samuel como ensimismado en su exposición:

- no digas así, Walter- protesto Ayala, mientras Lionel no pronunciaba palabra y estaba completamente absorto en sus pensamientos.

¿Por qué de repente esa película estaba proyectándose en su mente cuadro por cuadro? ¿Por qué desde que se subió al avión se preguntaba no solo como estaba su pequeño, si no también que estaba haciendo Pablo? Desde aquella noche tumultuosa y alcoholizada, no podía quitárselo de la cabeza. Ni dejar de sentir que cada vez que su rostro se aparecía en su mente, algo dentro suyo moría de amor.

A la mañana siguiente Lionel estuvo poco comunicativo y evasivo, sus respuestas eran generalmente monosílabos y trataba de enfocar las conversaciones en los partidos. Pero al mismo tiempo le era casi imposible concentrarse, había quedado bastante movilizado al recordar aquella película. Sin darse cuenta Walter tocó una fibra sensible dentro del dt, y desbloqueado sentimientos y recuerdos que Scaloni había reprimido por años, y aquella herida mal curada volvió a abrirse, y a doler tanto o mas que en aquel momento de su niñez.

Durante la tarde se sentaron en la oficina que el hotel les había armado, a tomar unos mates y armar los entrenamientos y comenzar a pensar en las disposiciones del próximo partido, Fabian le cebó un mate mientras observaba como venía haciendo hacia un par de días la actitud extraña de su amigo, y necesitaba saber a que se debía, por lo cual no pudo contenerse:

- Si no fueras mi amigo, te diría que estás pensando mucho y no es en los partidos que se vienen- le dijo Fabian a Lionel que estaba con la mirada absorta en la computadora, viendo sin ver, Samuel los miro a los dos, como si él también hubiera estado en otra orbita.

- ¿yo alguna vez les conté de cuando me agarraron a trompadas en Pujato, cuando iba a la primaria? – Walter y Fabian se miraron: - porque no le conté a nadie, me da vergüenza- volvió su vista a la computadora poniendo play al video que le había mandado Manna con todas las indicaciones y fallas de los rivales que había visto, mientras los otros dos lo miraban esperando que siguiera su relato:

- ¿y porque te da vergüenza? – le pregunto Walter como tanteando la situación:

- Porque fue por un chico- les dijo sin mirarlos, se hizo un silencio en el empezaron a flotar preguntas que se podían percibir, incluso, Lionel podía adivinarlas, así también como el temor de sus amigos a hacerlas: - miren, el lateral izquierdo de Costa Rica es lento... ¿si ponemos a Julián ahí? – les dijo señalando la pantalla, haciendo como si no hubiera pasado nada:

- No entiendo porque te da vergüenza- largó Walter mientras escribía el nombre de Julián en un croquis de la cancha, Ayala lo miró con ganas de patearlo por debajo de la mesa, pero estaba demasiado lejos, Lionel siguió un rato en silencio como si no lo hubiera escuchado, apagó la computadora, agarro sus cosas disponiéndose a irse y cuando llego a la puerta se detuvo:

- Porque le dije a un chico que me gustaba- suspiró hondamente: - le dije a un compañero de séptimo al oído, que me gustaba. Cuando salí de la escuela, me esperaron en la puerta, él y sus amigos y me molieron a palos, por puto- se apoyó en la puerta: - desde ese día, supe que no estaba bien, y ahora tengo miedo de que me muelan a palos otra vez- los miró: - tengo miedo de que ustedes no me vuelvan a hablar, si en algún momento me vuelve a gustar un tipo, o los chicos no quieran que los vuelva a dirigir si se enteran que alguna vez me confundí- levantó los hombros: - por eso me da vergüenza, Walter – abrió la puerta y los dejó ahí, en silencio, perplejos.

Curitas para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora