Alma, corazón y vida.

70 10 1
                                    


Lo de Pablo con Alma fue un flechazo paternal a primera vista, Alma era una niña de 1 año y medio, con los ojos almendrados y del color de la miel, el cabello castaño y lacio cortito hecho un moño en el centro de su pequeña cabecita, cuando está vio al pediatra sonrió dejando ver unos pequeños dientes asomando en su boca y le tiró los brazos. Por lo que le habían dicho las trabajadoras sociales, la pequeña no era muy dada, sino más bien tímida y asustadiza, pero con el de rulos se desenvolvió mágicamente.



La boda se había pospuesto unos meses hasta que Pablo pudiera concretar la adopción de la niña. Había sido una lucha bastante dura, demasiados trámites y burocracias. Si no hubiera sido porque Lionel lo acompañaba, el hubiera desistido al primer obstáculo, y en algún momento pensó en renunciar a su sueño, no entendía porque le ponían tantas trabas, pero ahí estaba Scaloni, acompañándolo en cada enojo y en cada llanto, Pablo quería ser padre de Alma  con todo su ser.


" esa nena tiene que ser mi hija, me lo dice la sangre Lionel" le dijo una noche mientras lloraba desconsoladamente en la cama. El dt lo abrazaba, le secaba las lagrimas y lloraba a la par que él.

Era septiembre y los almendros y ciruelos estaban estallados en flor, el sol daba más calor, y todo cobraba vida otra vez, después de un frio, largo y duro invierno. Lionel se estaba acomodando el moño de su traje frente al espejo, cuando vio su mano con aquel anillo, y no lo podía creer, no recordaba un momento en que se sintieran tan liviano; esa sensación de estar flotando entre las nubes solo la tuvo el día que había nacido Tadeo, que lo vio por primera vez. Se sentía flotar, era una pluma sonriente que se movía como si fuera movido por la briza que entraba por la ventana abierta.

Habían elegido para casarse una casita antigua, a las afueras de Pujato, rodeada de árboles frutales que llenaban con su aroma dulce cada ambiente del hogar. No había luz que les gustara más a ambos que las del sol naciendo, o la de la puesta de sol, así que eligieron la segunda opción para el momento de sus nupcias, ya que nadie se levantaría a las 7 de la mañana para ir a un casamiento.

Lionel miró por la ventana y entro en ese momento su padrino:

- No te puedo decir lo iluminado que estas Gringo- le dijo Walter acercándose: - esa sonrisa en tu cara nunca la vi, es nueva, como la vida que vas a tener ahora- le volvió a acomodar el moño, como si Scaloni no lo hubiera hecho correctamente cinco minutos antes: - ¿nervioso? – Lionel negó con la cabeza:

- Ansioso, siento que esperé este momento toda mi vida- suspiró como si se sacara de la espalda un peso enorme, como si hubiera llegado a la meta después de caminar mil kilómetros, como si hubiera ganado una batalla difícil, se volvió a mirar en el espejo, y luego miró a Walter, se sonrieron y el dt no pudo contener sus ganas de abrazarlo: - gracias Walter, por estar siempre- le dio dos palmadas en la espalda, su amigo estaba con los ojos cerrados, haciendo un esfuerzo enorme por no llorar: - dale, vamos- Lionel lo tomó de los hombros y lo sacudió un poco, como si el que necesitara coraje fuera Samuel.

Estaba todo dispuesto afuera, era una ceremonia muy íntima, solo amigos muy cercanos, y familia, dos filas de sillas adornadas con jazmines blancos, bajo una hilera de almendros y ciruelos llenos de flores, cuyo camino en el medio, mágicamente estaba orientado hacia el oeste, lo que hacia que el arco floral; decorado con glicinas en colores lilas y blancas, las favoritas de Pablo, y lobelias azules, las favoritas de Lionel; estuviera coronado e iluminado con el sol que se estaba poniendo en el horizonte.

Cuando Pablo se paró al principio del camino de piedra laja que llevaba al escritorio de la jueza que los casaría, acompañado por su vecina Lorena que lloraba a moco tendido, no pudo creer lo que sus ojos veían, delante de él estaba esperándolo Lionel, con su traje color perla, con el ramillete de pequeñas flores en el bolsillo, iluminado por el sol que estaba detrás de él. El pediatra había soñado con aquel momento toda su vida, y ya había perdido las esperanzas de que ocurriera, a sus cuarenta y cuatro años, sentía que el tren había pasado, hasta que lo conoció a Scaloni, y de nuevo el sueño se le instaló en el corazón.

Pablo vestía un traje azul oscuro, y una fina corbata negra, sus rulos estaban hermosamente armados, y el sol le daba un color rojizo a su cabello, y aclaraba el color de sus ojos. Caminaba por el sendero como no creyendo aun que todo eso fuera real, no quería despertar más de semejante ensoñación. A medida que se acercaba al escritorio y corroboraba que todo aquello era verdad, su corazón latía cada vez más fuerte y sus lágrimas de felicidad brotaban sin pedir permiso. Una pequeña briza medio las ramas de los arboles al costado del camino haciendo que un montón de pétalos pequeños cayeran y danzaran alrededor de los novios que al fin se encontraban frente al escritorio. El cuaderno de actas dispuesto esperando la firma de ambos, y una jueza aun mas feliz que todos los presentes los observaba para grabar esa imagen bellísima no solo en las cámaras de los teléfonos si no en sus memorias.

- ¿podemos decir unas palabras? – Preguntó Pablo a la jueza tratando de que la voz no se le quebrara demasiado esta asintió, el de rulos carraspeó tirando las lágrimas hacia atrás de su garganta: - Lionel, tengo que confesar que me enamore de vos a primera vista, gracias a un gesto que haces con tu boca, de manera inconsciente- el más alto sonrió sabia de que gesto hablaba: -te fui conociendo, y al mismo tiempo luchando contra mis sentimientos porque tenía miedo, mucho miedo".

"te vi como padre, y me gustaste, te vi enojado y me gustaste, te vi en tus momentos mas bajos y me gustaste, te vi llorando y amé tus lágrimas. No hay cosa que no me guste de vos, cada día que pasa me enamoro más. No tengo, o creo que no existe una palabra que defina lo que siento por vos. Una vez me dijiste que cuando estábamos juntos éramos el universo, y Tenes razón, somos el mundo que creamos y construimos y es maravilloso, te amo mucho"

Lionel lo tomó del rostro y le dio un pequeño beso para luego apoyar su frente en la de él y decirle un "te amo" en un susurro, pero que envolvió al de rulos en ternura e inmenso amor.

La ceremonia fue sencilla y hermosa, la jueza habló brevemente del amor en los tiempos difíciles y de luchar contra viento y marea por mantenerlo. Ambos sabían perfectamente de que hablaba, toda aquella lucha contra el miedo y el dolor los había llevado a ese punto maravilloso, pasaron de pelear en soledad contra una soledad enorme, a encontrarse y hacerlo codo a codo y la vencieron.

En el momento de los anillos entraron los dos, Tadeo de la mano de Alma, cada uno con el anillo de sus respectivos padres, Alma en un vestidito color lila suave y dos minúsculas colitas en su cabello, y Tadeo con aquel trajecito negro y moño azul. Cuando ambos los vieron murieron de amor.

Todo terminó soñado, todo fue soñado, o quizás no, fue mejor. La Luna de miel fue un viajecito corto a las cataratas con los dos pequeños. Habían reservado una cabañita frente a las cataratas, sencilla, pequeña y muy acogedora.

Una noche de cielo increíblemente despejado y luna llena, Lionel estaba fuera, en la entrada sentado en una tumbona, afuera la briza era fresca y con olor a cítricos, el sonido de las ranas y los grillos eran música para sus oídos. Estaba con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja, nunca se había sentido tan pleno en su vida. Pablo salió con dos copas de champagne, y se sentó en la tumbona junto al dt, para luego tocarlo apenas y darle su bebida. El de rulos se recostó y suspiró mirando la luna brillante y hermosa, que iluminaba todo como un farol gigante, tomó la mano de Scaloni y luego lo miró, compartieron una sonrisa:

- ¿se durmieron? – le preguntó el más alto, Pablo asintió orgulloso de su labor paternal, había logrado dormir a Alma solo hamacándola y cantándole, sentía que toda su vida se había preparado para ese simple momento, para cantarle en un murmullo a su niña, para verla dormir tranquila, era lo que había soñado y lo que su corazón pedía a gritos. Lionel lo comprendía tanto, porque él había pasado por el mismo camino con Tadeo, y el día que llegó tuvo exactamente la misma sensación de Pablo, su vida estaba hecha para ese simple momento con su hijo:

- Ya está- dijo suspirando el de rulos, Lionel lo miró un poco confundido: - ya no tenemos que luchar más, es hora de disfrutar nuestra paz- lo miró, le sonrió y volvió su vista a las estrellas: - por una eternidad de mates juntos todas las mañanas- Lionel tomó su copa y se sentó para luego brindar con Pablo:

- Por nosotros- le dijo mirándolo fijo:

- Por nuestra familia- respondió Pablo chocando suavemente la copa con él.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Curitas para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora