Renacer al amanecer, en tu mirada.

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Cuando abrieron los ojos aquella mañana, lo primero que encontraron fue la mirada adormilada del otro, estaban frente a frente y con las manos tomadas. Se sonrieron y se observaron, como para terminar de caer en que no había sido un sueño, que de verdad aquella noche hermosa había ocurrido. Lionel tomó las sábanas y las frazadas y se tapó todo, hasta la cabeza, frente a la mirada ahora confusa de Pablo:



- tengo frio- le dijo al cordobés, Pablo sintió que el dt le hacía cosquillas, de repente eran dos adolescentes juguetones:




-No, Lio... para que me haces cosquillas- se reía a carcajadas y se retorcía tratando de que el más alto lo dejara tranquilo, hasta que tomó las sábanas y él también se metió debajo, se miraron y Lionel besó al pediatra que se reía, y se le puso encima:



- ¿mañanero? - le preguntó pícaro:


- mañanero- contestó entre risas mientras el dt le daba besos rápidos en el cuello: - ¿tenés día libre hoy? - Lionel lo miró:



- shhh, hace de cuenta que es feriado- y volvió a besarle el cuello:



- ¿ qué día es?- ahora el tono de Pablo era preocupado:



- sábado- respondió Scaloni: - ¿tenés consultorio? - Pablo negó con la cabeza:



- tengo guardia en el hospital- abrazó al dt: -pero no quiero ir, tengo frío, y salgo como a las cinco de la mañana- el pujatense le acarició el pelo:


- dale, vos bañate que yo te preparo el desayuno- Pablo sonrió como si se le hubiera ocurrido una idea brillante:



- nos bañamos juntos, una ducha mañanera- Lionel lo entendió a la perfección y rápidamente saltó de la cama.



- y después te preparo el desayuno- el entusiasmo que tenía hacía que Pablo muriera de amor.



Lionel estaba viviendo todo aquello que se había negado a vivir por años, era como enamorarse por primera vez, volver a tener quince y descubrir todo aquello que sólo había anhelado vivir, pero sintiéndose culpable de hacerlo. Por primera vez, era libre, era él, era quien siempre había sido.

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Pablo estaba con su toallón en la cintura y secándose el pelo, y Lionel quedó apoyado en la puerta del baño que daba a la habitación, mirándolo y siguiendo sus movimientos, estaba realmente fascinado, como si hubiera descubierto América, la pólvora y el fuego todo al mismo tiempo.


- Gracias- dijo sin darse cuenta, el cordobés se dio vuelta para ver la mirada totalmente enamorada del dt:


- ¿gracias?, gracias a vos por ser tan hermoso- Lionel se puso rojo de vergüenza:

- No, Pablo- se acercó a él y le tomó las manos: - si vos no hubieras aparecido yo seguiría mi vida autoconvenciéndome que soy algo que no soy- el de rulos no entendía nada: - te explico. Siempre supe que me gustaban los chicos, tuve problemas por eso y creí toda la vida que estaba mal, que era un pecado, un crimen- Los ojos del pediatra se fijaban en Lionel que poco a poco se iba aflojando: -fue tal la negación que anulé todo eso, lo enterré, lo maté – sonrió: - pero llegaste vos con esa luz que tenés, esa paz, ese alma hermosa y me diste vuelta, y volvieron todos esas sensaciones y esos sentimientos, y aunque todavía me cuesta sacarme la culpa, después de habérselo contado a Fabian y Walter, y después de lo de anoche, siento que volví a nacer, que me desperté – hizo una pausa: - ¿te acordás lo que te dije anoche llorando? – Pablo asintió:

Curitas para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora