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La paciencia del castaño parecía acabarse como un vaso llenándose gota a gota, no era que no le gustara el contacto físico, pero Saúl ya parecía estar obsesionado con el, era un tanto desgastante que cada que tuviera oportunidad se giraba a besarle.
Admitía que antes era atractivo, pero poco a poco se estaba perdiendo aquel interés, comenzaba a creer que la había cagado el grande al querer cumplirse un ligero capricho.
Era estresante la manera en la que el moreno cuidaba todo el tiempo de él, claro sin dar señales de que ambos salían, por decisión propia quería solo que sus más cercanos se enteraran, Saúl agradecidamente había terminado en buenos términos con Denisse, de todas formas ella ya sabía que le estaban poniendo el cuerno y le fascinaba burlarse de ella demostrando que tenía el poder de aquel que ella decía su hombre.

Carraspeó su garganta y siguió afinando su guitarra, mientras platicaba cómodamente con Fede, quien  se había integrado en repuesto de Sabo.
El moreno pasó frente a ellos mientras encendía su cigarro, Alejandro rodó los ojos disimuladamente, la presencia de Hernández ya parecía ponerlo de mal humor aún si no hacía nada para que aquello sucediera.

- me da asco el olor del cigarro Saúl
- pues salte wey- escucho como se rio mientras se sentaba en la mesa de madera que tenían en el estudio.
- salte tu, pinche vato fastidioso, nadie te puede aguantar- se levantó Alejandro del sillón aventando la guitarra al mismo, se salió por la ventana de vidrio que daba al balcón mientras veía de reojo como Saúl apagaba su cigarro cabizbajo, claro que era una grandísima mierda y nunca lo iba a dejar de ser, era algo de lo que se arrepentía siempre, decía y lastimaba a las personas, para después arrepentirse como el cobarde que era.

Cuando la noche cayó, los cuerpos cansados decidieron irse cada quien a su hogar, Saúl subió del lado de copiloto, con la mirada vacía, se sentía extraño, ¿porque justo ahora que comenzaban seriamente volvía a ser un hijo de la chingada?, giró hacia la ventana cuando sintió el cuerpo de Alejandro a lado de él.

El sonido de la ventanilla siendo bajada y el aire fresco que entraba por ahí, lo hizo girar con molestia.
-¿no que te molestaba ojete?
- me molestas tú, no el olor - no había cambiado, no había mejorado y el darse cuenta le lastimaba el alma a Saúl, ¿era una molestia para él?, se preguntaba dónde habían quedado aquellas palabras melosas que el castaño le daba
- no te voy a estar soportando, te la pasé antes porque era un niño, pero si quieres que te esté lambiendo los pies no creas que siempre voy a estar de tu pendejo, no te hice nada, últimamente me estás tratando ojete como antes, como si ya no te gustara.
- sientes eso? - cambio su rostro a uno preocupado viendo como Saúl asentía al punto de soltar pequeñas gotas saladas.
- pues vete, nadie te tiene aquí, o si? - ¿qué?, que había hecho el?, porque después de tantos tratos bonitos el mayor lo despreciaba de tal manera, solo quería amar y que lo amaran de la misma manera, sin miedo, sin pena, sin vergüenza, sin excusas, quería ser prioridad para alguien, al fin y al cabo fue Alejandro quien lo buscó, fue Alejandro quien le rogó por volver, pero aún así, ¿qué había hecho mal?

Enemigo// Saul. H Y Alejandro.M Donde viven las historias. Descúbrelo ahora