Capitulo 1

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—¡Es hora de la pelea!

Un gran bullicio se escuchó por todo el lugar

—Los combates de hoy son los que recibieron por mensaje de texto, Koyima de la secundaria Sakura.

—¡Si pierdes estas muerto imbécil!

—Y de la secundaria Mizo, Yamamoto, las probabilidades son de 4 a 6 a favor de Koyima.

Todos empezaron a abuchear, algunos dando palabras de aliento y otros dando palabras de muerte.

Los peleadores se pusieron en posición.

—Empiecen.

—¡SIIIIII!

—¡UN MOMENTO!

La pelea se detuvo, todos regresaron a ver quién fue el que se atrevió a parar el combate.

—No puede ser... ¿Takemichi? -Yamamoto estaba sorprendido de ver a su amigo cometer tal estupidez.

Los insultos no se hicieron esperar, pero el pelirubio hizo caso omiso y empezó a caminar de manera "relajada" hacia el que era responsable de dichas peleas.

—¿Que les parece ver una pelea más divertida? El rey contra el esclavo. -Dijo de manera confiada.

—Está loco.

—¿Qué es lo que dijo?

—¡Te van a matar niño!

—Kiyomasa, pelemos a puño limpio. -Soltó una pequeña risa.

El pelinegro se levantó y camino hasta la arena, seguido del ojiazul, se escuchaban murmullos de todas partes.

Ambos se pusieron en posición de pelea.

—Luego no te acobardes. -Dijo dando el primer golpe.

El más grande empezó a dar más y más golpes.

—¡Ríndete Takemichi!

—¡Ya fue suficiente!

—¡Vamos Kiyomasa!

—¡Mátalo!

Todos de repente se quedaron callados, observando detenidamente la pelea, Takemichi todavía no se rendia ¿Como era posible que aguantara tantos golpes?

Kiyomasa estaba igual de sorprendido.

—No...aún no ha terminado. -Dijo Takemichi tambaleándose de un lado a otro.

—¡Ya fue suficiente Takemichi!

—¡Idiota vas a morir!

—Todavía no. -Se limpio la sangre de la comisura de su boca. —Esto no basta, para enmendar, lo débil que ha sido mi corazón estos últimos doce años.

—¿Que dice?

—Está loco.

—Solo hui, hui y hui.

Los amigos del pelirubio estaban preocupados, parece que al ojiazul le afectaron los golpes que le dio Kiyomasa.

—¡Ya basta Takemichi, ríndete!

—¡No me puedo rendir, tengo un motivo para no rendirme!

Los presentes quedaron atónitos al escuchar esas palabras.

—Kiyomasa de la Tokyo Manji, si de verdad quieres ganar, vas a tener que matarme. -Alzo la cabeza lo más alto que pudo. —Porque no tengo pensado perder.

—El mayor se enojó, apretó los puños y puso una sonrisa sádica.

—Con que eso quieres...¡Traiganme el bat!

Los murmullos no se hicieron esperar.

—¿Como que bat?

—¿Eso no es trampa?

—¿Que están esperando? ¡Muévanse! -Dijo Kiyomasa ya arto.

—Oye lo que estás haciendo es trampa.

Todos regresaron a ver quién fue el idiota que dijo eso.

—¿Que dijiste escoria? -Kiyomasa estaba hirviendo de la rabia.

—Lo que estás haciendo es trampa, se supone que era una pelea a puño limpio y si no lo sabes, querer incluir un bat en una pelea de ese tipo, es trampa.

—¡¿Y tú quien te crees para venir a darme clases sobre peleas?!

—¡OH! Es cierto, mil disculpas, mi nombre es Joan. -Dijo el de trenza.

Kiyomasa quedo perplejo ante el descaro de ese tipo.

—Qué te parece si tomas el lugar de ese idiota. -Dijo señalando a Takemichi.

—Mira, creo que el dialogo es lo más importante, y viendo tu compostura, tu forma de hablar y tus actitudes, creo que tienes problemas en casa, puedes contarme, yo estaré dispuesto a escucharte.

—¡Te voy a matar!

—No puedes hacer eso, podrías ir a la cárcel.

Los presentes quedaron atónitos, parece que ese chico no tiene sentido común.

—¡Te van a matar trencitas!

—Mi nombre no es trencitas, es Joan. -Dijo el pelinegro algo molesto.

Takemichi quedo asombrado, ¿Quién era ese tipo?

—¡Es suficiente! -Kiyomasa empezó a correr en dirección a Joan.

El de trenza soltó un suspiro.

—No me gusta pelear, pero si no hay otra forma. -Espero a que el mayor estuviera más cerca, y cuando lo hizo, alzo su pierna y le dio un golpe en la cabeza que lo dejo noqueado.

La mayoría quedo pasmada, y otros estaban temblando de miedo.

—Oye esa patada se parece a la de...

Joan se sacudió y observo al pelirubio, se acercó a él y lo quedo viendo fijamente a los ojos, el ojiazul sintió un poco de miedo ante esa mirada.

—Oye... ¿Como te llamas?

—H-hanagaki Takemichi. 





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