Capitulo 13

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–Mierda...ya pasaron varias horas y no aparece.

–Estoy preocupado Pah.

–Ahora Mikey cruzo la línea.

–Quiero golpearlo.

–Yo también, pero sabes que nos haría papilla.

Se sentaron en la silla de un parque, suspiraron con cansancio, habían pasado casi toda la noche buscando a su amigo, pero este no daba señales de vida, temían que volviera a desaparecer, como lo había hecho hace dos años...

...

–¿Por qué me está pasando todo esto? -El pelinegro estaba sentado frente a una tumba, buscando desesperadamente una respuesta, aunque sabía que nunca la encontraría...

–Traté de hacer las cosas correctamente, y ya no sé qué más hacer... Shinichiro, si estuvieras aquí, todo sería tan diferente. -Varias lágrimas rodaban silenciosamente por sus mejillas, cayendo sobre la fría piedra de la tumba, mientras el vacío en su corazón se hacía más profundo.

Pasaron varias horas y Joan creyó que era mejor regresar a su casa, paso toda la noche con la ropa mojada y sentía que iba a pescar un resfriado, camino a paso lento, tratando de olvidar el horrible suceso que ocurrió hace unas cuantas horas, hasta que...

–¡Hermano!

"No ahora por favor" Pensó con desgano, no tenía ganas de ver a nadie.

La pelirrubia se acercó a abrazar al más alto, hasta que sintió su ropa ¿húmeda?

–Joan ¿Por qué traes la ropa así?

–No sé de hablas... -Desvió la mirada.

–¿Y Por qué tienes los ojos rojos?

–Porque... ¿hace mucho sol?

–Dime ¿Quién fue?

–¿Quién fue de qué?

–El o la desgraciada que te hizo llorar.

–¡Emma no hables así!

–¡Te hicieron llorar, eso es algo que no voy a permitir!

–¡No estuve llorando!

–¡Claro que sí! Te conozco, cada vez que lloras, los ojos se te hacen rojos y la nariz de Rodolfo.

El pelinegro en su interior maldecía eso, una de las cosas que heredó de su madre, es que cada vez que lloraba, la cara se le hacía roja como un tomate y duraba así varios minutos, así que, cuando lloraba no lo podía disimular.

–Joan...sé que tal vez no tenemos la misma comunicación que teníamos antes, pero, quiero que sepas que, si algo te está pasando, puedes contar conmigo, porque a pesar de todo, eres mi hermano y yo voy a hacer lo que sea para que estes feliz.

–Emma... -Soltó un gran suspiro. –Mira si me está pasando algo, pero no es de tu incumbencia, no quiero que salgas perjudicada por todas las estupideces que me están ocurriendo, de momento no te puedo decir que es lo que pasa, pero cuando lo arregle, te prometo que te voy a contar todo.

La pelirrubia negó levemente, pero le dio una sonrisa.

–Está bien, estaré esperando el día que me cuentes todo.

–Gracias hermanita... -El trenzado abrazo con fuerza a la más pequeña.

–Pero ya enserio, no puedes estar con esa ropa, te vas a resfriar, vamos a la casa para darte algo de ropa seca y limpia.

–No, no, no, no puedo ir a la casa. -Negó ansioso.

–Joan, no voy a dejar que te vayas así, además todavía no has visto al abuelo ¿cierto?

DesvaneciéndoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora