Capitulo 3

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Ambos chicos iban caminando, Joan se sintió algo raro, no era muy sociable así que no sabía cómo entablar una conversación, estaba tratando de pensar en algún tema, pero Takemichi se le adelantó.

—Entonces Joan ¿Eres de por aquí, porque tu nombre suena algo extranjero?

—Nací en otro país, pero se puede decir que viví la mayor parte de mi vida aquí en Tokio.

—¿Y dónde naciste?

—En Estados Unidos.

—Oh, entonces... Do you speak English?

—Of course, do you also speak English? You surprise me, Takemichi.

El pelirubio se puso nervioso, no entendió nada de lo que le dijo Joan.

—Ehhh, yes?

El de trenza soltó una leve carcajada.

—¿No sabes qué te dije, verdad?

—No. -Bajó la cabeza con vergüenza.

—No te preocupes, si quieres algún día te puedo dar clases.

El ojiazul negó.

—Nunca me gustó el inglés, a duras penas puedo hablar mi propio idioma.

—Es importante en el mundo laboral hablar más de dos idiomas.

—¿Y tú cuántos idiomas sabes?

—inglés, español y japonés, aunque actualmente estoy estudiando francés.

Takemichi lo regresó a ver con sorpresa.

—Wow, ¡¿cómo sabes todo eso?!

—El japonés lo aprendí por mi padre, el inglés por mi madre, el español porque estaba aburrido y el francés porque me pareció bonito.

—Eres genial. -Dijo con brillo en los ojos.

Joan soltó una risa y negó.

—Tú eres genial. -El ojiazul lo vio con confusión. —Aprender algún idioma lo puede hacer cualquiera, pero gritar a los cuatro vientos que no te rendirás, que tengas esa mirada de determinación en tu rostro y quedarte de pie a pesar de todos los golpes que te dieron, eso no lo puede hacer cualquiera y eso te convierte... en un chico genial.

El menor se sonrojó completamente.

—Yo con 10 golpes no le hice ni cosquillas y tú con una patada lo dejaste viendo a San Pedro.

Joan soltó una carcajada.

—Eso no quita el hecho de que eres genial, Takemichi.

—Tú también eres genial... Joan.

Ahí va, otra vez su corazón se acelera como loco, pensó seriamente que comer una vez a la semana le estaba afectando sobremanera.

—Listo, ya llegamos.

El de trenza ni siquiera notó en qué momento habían llegado, el hablar con el ojiazul le hizo perder la noción del tiempo.

—Wow, hace tiempo que no venía a este lugar. -Dijo con nostalgia.

—¿Por qué lo dices como si no hubieras venido en años?

—Bueno, porque hace dos años que no he venido.

Takemichi lo regresó a ver con curiosidad.

—Hace unos días regresé, estuve dos años de intercambio en mi país de origen.

—Entonces seguro debes extrañar el sabor de Tokio. - Dijo el ojiazul con una sonrisa.

—Sí, la verdad sí, entonces entremos.

Entraron juntos al local, pidieron sus platos y continuaron charlando. Descubrieron que disfrutaban conversar entre sí, hablando de temas fascinantes. Takemichi experimentó por primera vez la sensación de ser escuchado, mientras que Joan sintió una nueva emoción al ver la sonrisa sincera e inocente del pelirubio.

—Gracias por invitarme, Takemichi.

—El que debería agradecer soy yo, me salvaste la vida, es lo menos que podía hacer.

—Sabes... Me encantó hablar contigo, eres una persona muy interesante.

—Lo mismo digo, Joan.

Los dos se quedaron viendo a los ojos, por alguna razón ninguno de ellos quería apartar la vista del otro.

—Ya debería regresar a mi casa.

—Sí, yo también.

Sus cuerpos no reaccionaban, era como si no se quisieran alejar.

—¿Te gustaría que te acompañe a tu casa?

—No, no, de seguro tienes cosas más importantes que hacer, no quiero molestar.

—Tú jamás serías una molestia para mí... Michi.

Takemichi al escuchar ese apodo sintió su cara enrojecer.

—¿Michi?

—Ah... ¡Perdón, no te quería incomodar!

—¡No te preocupes! Tú jamás me incomodarías, solo que me tomó por sorpresa.

—Entonces... ¿Te puedo llamar así?

—Claro que sí. - Dijo con una sonrisa.

—Tu sonrisa es tan hermosa. -Dijo el de trenza, pensando en voz alta.

El ojiazul pensó que iba a explotar, se tapó la cara con ambas manos.

Joan, al procesar lo que dijo, se puso nervioso y empezó a balbucear.

—Y-yo ehhh n-no ¡Nos vemos! - Se dio media vuelta y empezó a correr.

—¡E-espera! - Demasiado tarde, el pelinegro ya estaba bastante lejos, Takemichi soltó un suspiro nervioso y colocó su mano en su pecho.

—Mi corazón está latiendo demasiado rápido... Qué extraño, ni siquiera con Hina he sentido esto.

Al pronunciar esa última frase sintió como si algo se le estuviera olvidando. Después de procesar por varios minutos, cayó en cuenta.

—¡Tengo que ir a ver a Hina! Por estar con Joan me olvide por completo de ella. -Empezó a correr lo más rápido que pudo a la casa de la chica.

Había alguien escondido entre las sombras que los estuvo siguiendo por horas.

—No puede ser... -Observaba como Takemichi se iba corriendo entre tropezones. —Ahora tengo un nuevo problema... Tengo que averiguar quién es ese tal Joan. -Comenzó a adentrarse en un callejón, perdiéndose en la penumbra.

DesvaneciéndoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora