Capitulo 4

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Habían pasado algunos días desde que vio a Takemichi, paso encerrado en su casa replanteándose la tontería que dijo ¿Tu sonrisa es tan hermosa? ¡¿Como se le ocurre decir eso?! bueno, aunque solo lo pensó, pero lo dijo en voz alta... ¡Dios! era un idiota, pero ¿porque lo pensó? Es cierto que el chico le pareció bastante bonito, no entendía esa sensación en su pecho cada vez que el ojiazul le sonreía, jamás había experimentado ese sentimiento, llego a pensar que en realidad estaba enfermo y que se iba a morir.

Suspiro con fuerza y se tumbó en la cama, sabía perfectamente que no podía pasar siempre encerrado, decidió salir ya que creía que era improbable encontrarse con Takemichi a esas horas, no tenía ganas de verlo ya que todavía seguía sintiendo vergüenza como salió huyendo de él, agarro algo de dinero y salió de su casa.

Iba pensando en las cosas que necesitaba comprar hasta que escucho una voz bastante familiar.

-¿Joan?

El de trenza sintió un escalofrió, debió quedarse otra semana encerrado en su casa.

-Oh, hola Takemichi. -Decidió fingir demencia.

-¿Por qué me llamas así?

-¿Por qué así te llamas? -No entendía lo que le quería decir.

-Si, pero...la última vez que nos vimos me llamaste de otra forma. -Dijo jugando con sus manos.

-Te refieres a M-michi. -Tartamudeo un poco.

El ojiazul asintió y soltó una pequeña risa.

El pelinegro no pudo evitarlo y le sonrió.

-Cof, cof, cof, Takemichi ¿no piensas presentarnos?

El de trenza dio un pequeño salto, había pasado por completo la presencia de la chica que estaba alado del pelirubio, parece que cuando esta con el ojiazul, los demás dejan de existir a su alrededor.

-Ah si ¡perdón! -Se aclaro la garganta. -Joan ella es Hina, Hina él es Joan.

La pelicoral hizo una leve reverencia.

-Mucho gusto, así que usted es el famoso Joan.

-¿Famoso?

-Si...Takemichi y sus amigos no paraban de hablar de ti, la verdad sentía algo de celos de que mi novio hable con tanta emoción de otra persona.

El pelinegro sintió como si le hubieran dado un golpe en su corazón, aunque no entendió el porqué.

-¿Novio?

-¡Si! Somos novios desde hace mucho y nos amamos demasiado ¿verdad Takemichi? -Salto y abrazo al ojiazul con fuerza.

-Ahh eh si...

Joan se sintió algo incomodo al ver como lo abrazaba y trato de retroceder.

-Bueno creo que es mejor que me vaya...

-No, espera ¿a dónde vas? -pregunto el pelirubio algo ¿triste?

-Tengo que realizar unas compras.

-Mira qué te parece si me acompañas a un lugar y después de eso yo te puedo acompañar a hacer las compras ¿sí? -Dijo el ojiazul con ojos de perrito.

Joan se maldijo, ya que, por alguna razón, no se podía negar ante él.

-Está bien te acompaño ¿a dónde vamos?

-Si es cierto ¿a dónde vamos Takemichi? -Mencióno Hina que al parecer se acercó más a su...novio.

-Lo sabrán cuando lleguemos, vamos. -Dicho esto se pusieron en marcha los tres.

Los dos muchachos charlaban animadamente, pero a la chica no le gustaba esto. Por lo tanto, cada vez que podía, desviaba la atención del chico de cabello rubio a otros temas. La caminata se volvió bastante incómoda para él, hasta que finalmente llegaron a su destino.

-Llegamos al templo Musashi.

- ¡Genial! Hace tiempo que no vengo aquí. -Dijo Hina emocionada.

-¿Qué te parece Joan? -Regreso a ver al trenzado.

En cambio, el pelinegro quedo en shock, varios recuerdos golpearon su mente, no pensó regresar a ese lugar tan pronto.

-Joan ¿Estas bien? -Pregunto el ojiazul algo preocupado de que el chico no haya reaccionado desde hace un tiempo.

-Ah si...estoy bien Michi. -Dijo tratando de sonar seguro.

Takemichi iba a decir algo, hasta que varias motos empezaron a dirigirse hacia ellos.

Joan, instintivamente, se colocó delante de los dos en un gesto protector mientras varias motocicletas los rodeaban, algunas se acercaban de manera amenazante. El aire se cargó de tensión cuando una voz desconocida rompió el silencio.

-¡Oigan! ¿Qué creen que hacen aquí, niñitos?

-A mí me dijeron que tenía que venir a este lugar -Dijo el ojiazul con cierto temor en su voz.

-Sí, cómo no, ¡Lárguense!

-No vamos a hacer eso. Si a él le pidieron venir aquí, debe ser por algo, así que no nos vamos a retirar.

-¡¿Me estás desobedeciendo, trencitas?!

-¡Ese no es mi nombre! ¡Dios, por qué la gente es tan grosera! -Exclamó Joan, frustrado por la actitud hostil de los presentes.

El bullicio continuaba aumentando hasta que un chico alto, con un tatuaje en la cien, se acercó.

-Oigan, ¿qué es todo este alboroto? ¡Compórtense, ya mismo iniciamos la reunión! -Su voz resonó autoritaria en el lugar, causando un breve silencio.

-Esa voz... -Murmuró el pelinegro, reconociendo el tono con sorpresa.

-¿Tú qué haces aquí? -Mencionó el tatuado, visiblemente sorprendido al ver al trenzado.

-Ken-chin, ¿qué está pasando? ¿Ya llegó Takemitchi? -Detrás del tatuado salió un chico pequeño con un dorayaki a medio comer en la boca.

-Manjiro.

Al escuchar esa voz, los ojos de Mikey se afilaron y el ambiente se volvió aún más pesado.

-Joan...

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