Parte cuatro

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Acomodando distraídamente su mochila en la cama, se acercó a la ventana para ver lo mojado que yacía el pasto después de que lloviera por más de dos días. Luego del jardín, se encerraba en su dormitorio jugando en soledad con su peluche, no fue de la misma manera hasta que llegó la tarde tres. No había visto a Yong Sun en ese lapso de temperatura helada y feas nubes negras adornando el cielo. Sin darse cuenta, abrió paso hacia su habitación llamando a su nombre de repente alegremente. Al voltear, la encontró vistiendo su uniforme escolar y peinada con una cola de caballo perfectamente ordenada.

- ¿Por qué tu cuarto queda tan lejos del mío, Byul Yi? - cuestionó quejándose. Acto seguido, se puso a su lado mirando también a través del cristal. - No me gusta la lluvia, ¿a ti? Es aburrido quedarse en casa, prefiero salir a jugar, es mucho más divertido que escuchar a mi hermana usar su computadora.

- A mí tampoco, es fea. - concluyó girando la cabeza para mirar su perfil aniñado.

- ¡Te extrañé! - exclamó cortando la poca distancia entre ambas para tomar y aferrarse a uno de sus brazos. - ¿Por qué no me buscaste? ¿No te importo, Byul Yi? ¿Hmmm? - sonrió al oír la risa de la castaña.

- Tú tardaste... - murmuró dándose cuenta del brillo bonito que transmitían los ojos de Yong Sun.

- ¡Juguemos! - propuso en su característico tono divertido.

Nuevamente, la noche cayó, pero por suerte, la lluvia no hizo por regresar. Escuchando atentamente cómo estuvo la mañana para Yong Sun, ladeó la cabeza al momento en el que empezó a mover efusivamente la boca. Siempre tenía algo para decir, daba opiniones, incluso, de cosas que no comprendía del todo, pero jamás se callaba. Por otro lado, Moon Byul lo único que hacía era oírla mientras tomaba asiento en cualquier lado de la casa. A veces, jugaba con sus nudillos o simplemente la miraba en silencio. Solían apoyarse en las paredes blancas y sentarse en los rincones. Cuando los días de lluvia no existían, se veían en el patio trasero. Sus espaldas se topaban con la dureza de aquel árbol.

Nari notó inmediatamente el cambio de humor de su hija, se la veía más contenta y menos intolerante, lo que no sabía era que estaba vinculándose peligrosamente con la menor de los Kim. Acostumbrada a que Moon Byul saliera al patio trasero después de clases en el jardín, jamás hubiera imaginado que se juntaba con la risueña Kim Yong Sun, sino hasta un día después. Ni siquiera se había quitado el uniforme gracias a su constante emoción, simplemente la mujer fue saludada muy por encima y, sin más, cerró la puerta con fuerza a sus espaldas. Vio cómo su niña corría hasta dar con el gran árbol. Al principio, no le dio importancia, siguió lavando los platos, pero cuando comenzó a escuchar risas de repente, no pudo evitar secarse las manos con su delantal y caminar hacia el pequeño vidrio que tenía arriba el material duro en puntas de pie para observar mejor la situación. No tuvo de otra más que respirar hondo al mirar tal escena tierna. Lo único que hacían era hablar, pero de una forma peculiar, como si el vínculo ya tuviera un tiempo largo, como si conocieran de años. Moon Byul no era la misma que entró en esa oportunidad en la cocina con una expresión de horror en el rostro y preguntando si había leche, esta versión de su hija era sumamente distinta, más brillante, más feliz.

Conoció a Kim Yong Sun tan solo un día después de empezar con su trabajo de mucama. Como estaba tendiendo su cama, la niña no se aguantó y entró a su propia habitación preguntando cómo se llamaba y cuántos años tenía. Luego de contestar sus curiosas preguntas, habló de ella provocando inevitablemente una sonrisa de oreja a oreja dibujándose en la cara de la mamá de Moon Byul. Nari sonrió más de la cuenta a causa de la comunicación fluida de la menor uniformada. Fue ahí mismo donde terminó comprendiendo la actitud alegre de su hija tras entrar a la mansión directamente a cenar. Ingresaba radiante y con un apetito enorme. Por ello, no dijo nada con respecto a la amistad recientemente formada entre ambas niñas. De hecho, comenzaba a alegrarse por ellas, pero un escalofrío esperado pasó por su columna vertebral cuando una noche oyó aquella charla elevada. No conocía del todo a sus jefes, el único contacto que tuvo con ellos fue aquella entrevista de trabajo por parte del señor Kim, y el saludo junto a esa corta bienvenida viniendo de la mujer, su esposa. De igual manera, no se le pasó por la cabeza que empezarían a discutir sobre las amistades de su hija, Yong Sun. En ningún momento imaginó que serían capaces de hacer llorar a su pequeña solo porque se estaba relacionando con alguien que no portaba su mismo estatus social. Finalmente, la gota que derramó el vaso acabó siendo cuando Moon Byul entró de repente con la ropa manchada de barro y el rostro sucio. Supuso, entonces, que Yong Sun tenía el mismo aspecto y, en eso, los gritos comenzaron a invadir la sala de estar. Girando un poco el cráneo para ver la escena atroz alejando la mano de la cara de su niña, suspiró profundamente.

Solitude And Outlaw [moonsun] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora