Según canales de televisión confiables y periódicos populares, la joven Kim Yong Sun había desaparecido. Pero pasó un año entero de aquella noticia. Sin rastro alguno de ella y menos de Moon Byul Yi, la chica con la que huyó aquella tarde de la iglesia, la familia Kim terminó dando por muerta a su pequeña cuando tomaron en cuenta la dimensión de la situación, eran conscientes de que no podían perder la reputación perfecta y permitir que las especulaciones ajenas se dieran a conocer lo suficiente, así que un día cualquiera, avisaron a los medios que el cuerpo de Yong Sun fue encontrado específicamente en Busan, expresaron que apareció golpeado, con marcas notorias de quemaduras y casi en estado de descomposición. En realidad, prácticamente no quedaba ni siquiera el rostro espléndido joven de la chica supuestamente fallecida.
Asumiendo la responsabilidad, hicieron un velorio público. Muchas personas estaban devastadas. Pero no los padres que contribuyeron a que su nacimiento fuera posible. Ellos yacían fingiendo durante todo el momento desgarrador. Esta vez, no su hermana. Yong Hee estaba muerta en vida. Lloró de verdad. Lloró pidiendo perdón. No fue la otra mitad que Yong Sun necesitaba. No cumplió el rol que debía. Por ello, cayó de rodillas frente a la foto sonriente de su hermana menor a sus ojos desbordando de agua salada. Completamente destruida, se aferró al brazo de su padre intentando buscar el consuelo que no había. Derramó lágrimas por horas, pero su corazón estaba roto.
Sabía que iba a estarlo por muchísimo tiempo.
Kim Yong Sun, la menor de los Kim, murió.
La gente lo supo y el mundo se rompió.
Con el correr de los meses, la mansión se fue desgastando. La familia ya no era la misma. Y por más que los más grandes de la misma dijeran que todo estaba en orden, las ganancias comenzaron a disminuir increíblemente. El sueldo de los empleados tampoco era el mismo. La gente empezó a irse. Los pasillos empezaron a quedar completamente vacíos y sucios. Las joyas tuvieron que pasar a segundo plano. La elegancia terminó por volar de vacaciones. Las comodidades terminaron en una caja lejos de la familia, las vendieron porque el hambre era mucho más importante. El karma trabajó para ellos hasta que la estructura descendió y lo único que terminó por quedar fue la llama elevándose mientras los recuerdos se esfumaban junto al fuego que, minutos después, fue apagado por bomberos voluntarios. La casa millonaria y llena de lujos había sido reemplazada por escombros y cenizas. La ausencia de Kim Yong Sun los llevó a la miseria. Las empresas quebraron. El dinero ya no existía. Las cuentas fueron cerradas. Los estómagos tenían hambre. Lo habían perdido todo. Solo tenían la vestimenta que se pusieron al comienzo de la mañana para luego ser desprendidos de la gloria y el éxito.
Ellos rechazaron a la buena hija y acabaron quedándose con la que era parecida a los demonios internos los cuales yacían escondidos en la profundidad de sus cuerpos hambrientos y sucios. Dañaron su propia sangre. Llevaron a la humillación a la única que tenía un futuro brillante y rodeado de buenas personas. Casi casaron a la joven risueña con un hombre asqueroso. Fue así como comenzaron a pagar cada hecho mal ejecutado. Quedaron varados en las calles solitarias. Pasaron a ser la humillación para el público y las risas parecían no detenerse ni un segundo. Finalmente, la muerte los visitó a cada uno en diferentes días, con consecuencias paralelas y sangrientas. Acabaron en bolsas de basura sin vida siendo conscientes de que el perdón ya no servía y aceptando la condenación eterna.
Ellos murieron, pero Yong Sun y Moon Byul revivieron.
- ¿En qué piensas tanto? - Moon Byul susurró.
- En que me encanta estar aquí. La gente no me conoce. Eso es lo mejor. - expresó sonriendo cuando Moon Byul la envolvió en sus brazos.
- Me alegra escuchar eso. - respondió la, ahora, pelinegra robándole un beso en la mejilla.
Pasaron el día entero apreciando la vista del mar y caminando por la arena hasta que la noche llegó. Hicieron una improvisada fogata para después besarse románticamente bajo la luz de la luna.
- Vamos a casa, Byulie.
- Vamos a casa, Sunnie.
Dijeron mirándose a los ojos tomadas de la mano comenzando a caminar hacia la pequeña y acogedora casa la cual daba justo frente al divino mar. Ya no había gente mala, conocida, ahora eran únicamente las dos disfrutando de su amor mientras se entregaban la una a la otra en la cama matrimonial acariciando en un beso ardiente las alianzas perfectas y lindas mutuamente.
- Te amo, Yong Sun.
- Y yo a ti, Byul Yi.
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Solitude And Outlaw [moonsun]
Fiksi Penggemar➤ Moon Byul escapó junto a su madre de aquel hogar abusivo en donde solían instalarse hasta hace un par de semanas atrás. Desde que se alejaron de su padre violento, atravesaron "las mil y una", calor, frío, hambre, dolores musculares, padecieron de...