Parte veintidós

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Su vestido se había arruinado de la peor manera, pero ni siquiera le importó. Hizo lo que tenía que hacer y estaba bien con eso. Escapó junto a la chica que amaba y nada más. Sin celulares y con el dinero contado por parte de Moon Byul, la última guardó como una improvisada sorpresa la pequeña bolsa de dulces mientras guiaba a la chica vestida de novia hasta el interior del galpón lejos de la cuidad.

Todo estaba en silencio. No había ruido de coches apresurados o bocinas insoportables. La gente desapareció por un momento. El rostro enojado de su madre se borró por completo de su mente. La actitud violenta de su padre se vio reemplazada por el abrazo suave causado por Moon Byul, quien enrolló sus brazos alrededor de su cintura. La decepción y angustia de su hermana se despejó de su cabeza para cuando los labios temblorosos se fundieron lentamente por el cuello perfumado. Las caras que únicamente vio una sola vez en toda su vida se alejaron en su totalidad al momento de ser acostada en el colchón prácticamente destruido pero limpio por la misma muchacha. El recuerdo sumamente desastroso de la boda y los preparativos meses antes en sí se fueron para siempre de su vida comenzando, así, su propia liberación.

No quería ser parte de una familia que no la amaba de verdad. No quería ser una figura pública. No quería ser la menor de aquel apellido mafioso. No quería vivir con millones de comodidades a su alcance. No quería ser infeliz de nuevo y tener que consumir nicotina para sentir que valía la pena continuar viviendo. No quería ser un alma en pena.

Quería respirar con libertad. Realizar un paso hacia el frente y sentirse cómoda con su progreso. Quería volver a nacer si aquello era posible. Ser otra persona. Quería dejar de fingir. Quería regresar a ser la joven risueña que fue alguna vez.

Quería sentirse viva.

Moon Byul desenredó despaciosamente el cabello rubio en un rodete perfecto. Mientras acariciaba con su boca las clavículas marcadas y al descubierto, Yong Sun contribuyó brindándole ayuda con la intención de que el saco permaneciera alejado de su cuerpo. Inmediatamente, sus cuerpos se calentaron. Ya al estar prácticamente semidesnudas tocándose y besándose, jadearon al mismo tiempo cuando sus sexos se rozaron. Las respiraciones y el chocar constante de las gotas de lluvia contra la chapa oxidada terminaron por provocarle a ambas la paz que siempre pidieron durante el transcurso veloz de su juventud. Los minutos se congelaban. El deseo crecía. Los movimientos se volvían más y más acelerados. Los gemidos se mezclaban con lo pacífico de la llovizna. Nadie de afuera las interrumpía. Nadie deseaba separarlas nuevamente. Solo eran las dos contra las exigencias de una familia poderosa. Solo se tenían entre ellas.

Solo eran ellas.

- ¿Byulie? - Moon Byul levantó una ceja mirándola. - ¿Por qué nunca me dijiste que mi madre...?

- No lo digas, Yong, no ahora...

- Mi mamá, mi...

- Lo sé, créeme que yo... lo estoy superando de a poco, lo sigo haciendo, no tienes la culpa de eso, no es tu culpa que tu madre sea una mala persona, te seguiré amando como siempre, Yong Sun, mi corazón es tuyo, eso jamás cambiará. - Yong Sun lloró contra su abdomen desnudo mientras sentía cómo los dedos largos se adentraban en su cuero cabelludo.

- ¿Por qué no me lo dijiste?

- Porque sabía cómo sería tu reacción, soy consciente de lo mucho que querías a mi madre, era tu figura materna, lo sé, deseabas que ella fuera lo que nunca tuviste, Sun, y lo entiendo, pero no podemos seguir pensando en el pasado... tu madre tiene mi perdón, no quise continuar sintiéndome enferma por eso... y está bien, ¿de acuerdo?

- ¡No puedes perdonar a alguien que mató a tu madre por sentirse inferior, Byul Yi! - exclamó reincorporándose. - No puedes hacerlo, Byul, tú...

- Debes hacerlo también, Yong Sun. No te enfermes más, cariño, por favor, tienes que perdonarla... - murmuró.

- Mi madre mató a la tuya y eso nunca cambiará, Moon Byul. Tu mamá no regresará y la mía seguirá siendo una lacra.

- ¿Sabes por qué lo hizo?

- Sí...

- ¿Por qué?

- Porque mi padre se enamoró de tu madre, ella lo supo... se enteró de su enamoramiento. Por eso la envenenó. Por eso nos mintió a ambas diciéndonos que falleció por un ataque. ¡Nos mintió, maldita sea...! - volvió a levantar la voz.

- ¿Sabes una cosa? Mi madre nunca dejó de querer al hombre que le hizo pasar únicamente miseria... ambas sabemos que ella se merecía vivir, pero tampoco tenemos las pruebas suficientes como para denunciarla... esto es lo único que tenemos, Yong Sun, tenemos la verdad, eso es todo.

La conversación quedó ahí.

Yong Sun se abrigó con el saco ajeno cuando terminaron su juego extenso. Dándole la espalda a Moon Byul, cerró los ojos tratando de ordenar el rompecabezas horroroso propio de su miedo y agonizante dolor. Mientras tanto, la chica de cabello morado permaneció boca arriba estirando sus dedos oyendo la tranquilidad de la lluvia que continuaba su curso. Dándose cuenta de que ya no existían secretos, un suspiro largo escapó de sus labios. No había nada oculto. Su miedo había regresado. Ahora que las cosas estaban claras, ¿qué debían hacer? ¿Decirle al mundo que su relación se había convertido aún más sólida que antes? ¿Qué necesitaban urgentemente la aprobación? ¿O simplemente harían todo lo necesario para que ni siquiera estuviera presente junto a ellas?

- Sé que no estás durmiendo, mírame, por favor... - pidió Moon Byul.

- Únicamente vivamos nuestro amor y qué el resto se joda, Byulie, ¿sí?

- Sí, Sunnie.

[...]

Solitude And Outlaw [moonsun] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora