Los tenues rayos del sol comenzaron a iluminar la tierra desde el horizonte, el viento de la madrugada paso a ser una suave brisa e incluso algunos pájaros ya estaban deleitando con sus hermosas melodías a las personas que empezaban sus horarios matutinos.
Muchos negocios abrieron sus puertas, pocos niños se despertaron para ir a jugar y algunas damas pasaron por las calles luciendo sus kimonos de colores vibrantes.
Era una mañana de primavera, luego de días de frío y oscuridad, por fin las flores volvieron para dar alegría y prosperidad.
Pero Tomioka Giyuu no podía sentir la calma de la nueva estación, era el único que se había quedado envuelto en ese deprimente invierno.
El omega estuvo mirando al techo por algunos segundos luego de despertarse, se sentó con lentitud y lo primero que hizo fue mover con cuidado su hombro. Aunque el hueso ya había regresado a su lugar, aun sentía la necesidad de ser precavido con todas sus acciones.
— ¿Aún sigues aquí? — habló con su voz algo débil cuando vio al cuervo cerca del futón.
— Oh, buenos días pequeño Tomioka... — el cuervo graznó. — solo estaba alistando algunas cosas y—
— Eres un cuervo, ¿Qué cosas puedes alistar? — Tomioka suspiró. — ¿Ya comiste las semillas que te deje? —
— Si, ya lo hice. —
— Entonces debes irte, estarán intranquilos si no vuelves a la sede. —
El animal agachó la cabeza en derrota, el omega sabía que solo estaba preocupado por él, como siempre. Luego de unos segundos, estiró su mano para acariciar al cuervo.
— Estoy bien, ya no hay mas pesadillas ni tampoco dolor. — el chico sonrió mientras completaba sus palabras. — no voy a seguir llorando por algo que ya pasó, ahora puedo continuar. —
Kazanboro era inteligente, pero aun seguía siendo solo un pájaro. Así que se sintió aliviado y feliz con solo ver a su dueño sonriendo tan cálidamente.
— Cuidate pequeño Tomioka, volveré pronto. — dijo el ave antes de extender sus alas y salir volando por la ventana entre abierta de la habitación.
— Bien... —
Tan pronto como el cuervo se fue, la sonrisa de Tomioka se desvaneció, el pilar del agua suspiró y simplemente fue a verse en el espejo de la habitación.
Siempre pensó que en algún momento terminaría formando un lazo con un alfa, en sus ilusiones más ingenuas, ese alfa sería el pilar de la flama, Kyojuro Rengoku. Puesto que no pudo evitar enamorarse de aquel hombre tan respetuoso y comprensivo.
Pero ahora tenía que despertarse cada mañana a cambiar los vendajes sangrientos de la mordida que no iba a cicatrizar hasta que el rey de los demonios lamiera la zona para formar el lazo por completo. O lo rompiera al morder a otro omega.
Tomioka frunció el ceño al ver la horrible marca reflejada en el espejo, con indignación solo apretó los dientes y comenzó a desinfectar sin importar el ardor que le trajera.
Una vez terminó, solo fue a cambiarse para salir. Ahora iba buscar una forma de arreglar el problema más grande de todos, irónico que se tratara de un pequeño manojo de células que comenzó a crecer en su vientre.
Caminó por las calles de la ciudad, algunas miradas se fijaron en él, probablemente porque podían oler el ligero cambio en su aroma al estar gestando, solo se sintió avergonzado, detestaba ser el centro de su atención.
"Se siente como si todo el mundo supiera lo que me pasó..." pensó, porque al murmurarlo hubiera tenido que escuchar su voz temblorosa de nuevo.
Y fue con la cabeza gacha hasta llegar en menos de una hora a la pequeña clínica ubicada en el sur.
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El sufrimiento de Tomioka
FanfictionEn un mundo omegaverse, Tomioka Giyuu tuvo la desgracia de nacer como Omega. Tras su primer celo, Tomioka empezó a luchar para ocultar su verdadera casta, siendo un 'Alfa' no hubo impedimento alguno para que pudiera mantenerse como cazador de demoni...