Ya no se escuchaban más lamentos, el demonio se había adentrado tanto en el bosque que eventualmente desapareció, en su lugar, los llantos de agonía fueron remplazados por el sonido de los grillos que se ocultaban en los matorrales.
La noche aún era joven y Tomioka se encontró llevando de la mano a una niña de cinco años, primero irían la posada, porque ambos necesitaban descansar, luego la ayudaría a volver a su hogar.
— Estoy bien, ya no llores. El demonio está demasiado lejos como para hacerte daño. — dijo el cazador de demonios, apenas recuperando su tono neutral. Quería aparentar ser fuerte, aunque en el fondo esas palabras también iban dirigidas a él mismo luego del torbellino de emociones que acababa de experimentar.
— Ahh es que ese monstruo tenía muchas caras y— la niña ni siquiera terminó su frase y se puso a sollozar más fuerte.
Tomioka se puso un poco paranoico, prácticamente estaba sudando frío desde que el demonio lo liberó, miró a sus alrededores y luego cargó a la niña en sus brazos. No quería toparse con nada más esta noche, no lo soportaría, asi que no iba a arriesgarse a que los llantos de la infante atrajeran algo más.Sabiendo que lo que haría solo dañaría aún más su inexistente orgullo, hizo una mueca mientras liberaba algunas feromonas para calmar a la pequeña. Justo como su hermana lo hacía cuando él estaba insoportable o justo como el encargado de la posada había intentado hacer con él.
— No tengas miedo. — comenzó y sintió como una ola de vergüenza lo recorría de nuevo. — Yo estoy aquí. —
La pequeña olió el aroma a frutos rojos, lo cual le ayudó a calmarse un poco, ella no dejó de llorar, pero ya no era tan ruidosa como antes y solo se apoyó en el pecho de Giyuu.
El omega la vio por un momento, sorprendido por lo que logró hacer, era la primera vez en toda su vida que liberaba sus feromonas intencionalmente, nunca pensó que llegaría a ser un método tan efectivo. Quizás podría hacerlo de nuevo con aquellos niños aterrorizados con los que se encuentra en algunas misiones, claro, siempre cuando no haya un alfa cerca.
— ¿Te sientes mejor? —
La niña asintió
— Este es un secreto. No puedes decirle a nadie que soy omega. — dijo Tomioka en un suspiro.
— ¿Por qué? — ella lo miró con curiosidad.
— Bueno, al igual que el resto de mis compañeros, a mi jefe le molestan mucho los omegas. Podrían cas— el cazador lo pensó un poco y luego cambió su frase. — Podrían despedirme si se enteran. —
— Bueno... — dijo la niña con un tono más animado. — ¡Pero tú tampoco puedes decirle a mi mamá que me tope con ese monstruo! Ella se enojará conmigo por haberme separado. —
— Es realmente peligroso irte a jugar en un bosque mientras ella está distraída. No lo vuelvas a hacer, el mundo está repleto de monstruos como ese, incluso peores. — reprendió Giyuu antes de entrar a la posada.
El encargado casi llora al verlo volver, y Giyuu estuvo un largo tiempo explicándole lo que había hecho y el porqué ahora olía como omega, obviamente, omitiendo muchos detalles porque no deseaba hablar con él respecto al tema.
Luego dejó a la niña en la cama para que pudiera dormir, no pudo alquilar una habitación con dos camas, asi que le pidió prestado un futón al encargado.
Pero antes de acostarse también, fue al baño a vomitar.
— Uhg... — Tomioka puso una mano en su vientre. — Desearía que tú también dejaras de darme tantos problemas cuando utilizo mis feromonas. — dijo casi en un susurro.
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El sufrimiento de Tomioka
Fiksi PenggemarEn un mundo omegaverse, Tomioka Giyuu tuvo la desgracia de nacer como Omega. Tras su primer celo, Tomioka empezó a luchar para ocultar su verdadera casta, siendo un 'Alfa' no hubo impedimento alguno para que pudiera mantenerse como cazador de demoni...