Cap 8: Salida del infierno

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La oscuridad era tan grande que parecía querer tragarse a la pequeña ciudad de un solo bocado, debido a la falta de lámparas, las calles se convertían en solitarios callejones que daban la impresión de estar abandonados hace más de varios años. Esa vez no fue la excepción y los vientos gélidos no tardaron en llegar al pasar de la media noche.

Aún algo conmocionado, el omega se quedó parado allí, con cada músculo de su cuerpo temblando y sus ojos azules fijos en su espada. Luego de todo lo que acababa de suceder se sentía entumecido, como si su cerebro estuviera teniendo dificultades para procesar cualquier tipo de información. Algo tenía claro, aún quería seguir negando el hecho de que no tenía más opción que mantener a su bebé con vida, a no ser que deseara morir...

- Tomioka... - el pilar de la flama se acercó a su compañero con el ceño fruncido. - ¿Qué fue todo eso? -

El pilar del agua se tensó de inmediato al captar su voz, apretó los puños y no se atrevió a mirarlo a los ojos. Probablemente, él ya sabía absolutamente todo, intentar mantener la mentira sería inútil.

- Fue lo que escuchaste, incluso si no quieres creerlo esa es la realidad. - Dijo en un suspiro, hubo un momento de silencio, en el cual, Tomioka sintió una profunda vergüenza. - Lo siento. - murmuró mientras sentía sus ojos humedecerse.

- ¿Por qué? Apuesto a que sabías lo peligroso que era ser un cazador siendo un omega y aun así tomaste el riesgo. - Rengoku puso la mano en su hombro mientras lo reprendía, sabía que esta conversación llegaría tarde o temprano. - Mira lo que sucedió, como no pudiste con todo te pusiste en celo al verlo, ahora estás sufriendo las consecuencias, el señor Ubuyashiki no solo te castigará por ocultar tu identidad, también tendrá que matarte por lo que pasó con Muzan.

- ¿Por qué rompiste las reglas y pasaste la selección final, pudiendo quedarte en casa y vivir tranquilamente como todos los omegas hacen? ¿Por qué no me dijiste nada antes? - el alfa le preguntó algo alterado.

- Sé que todas las decisiones que he tomado en mi vida han sido incorrectas, por mi negligencia ha muerto mucha gente y seguirá muriendo porque soy un maldito omega que no sabe defenderse. -

- Pero no podía simplemente quedarme en la casa de mi maestro y decirle que todo el tiempo, todo lo que perdió por mí, no valió en absoluto la pena. - Tomioka alzó la cabeza y aunque utilizó toda su fuerza de voluntad, no pudo evitar que su voz se quebrara al final de su oración.

Rengoku vio al omega que luchaba por contener las lágrimas en sus ojos e incluso los labios de Giyuu temblaban ligeramente para no dejar escapar ni un solo sollozo.

- No planeaba contartelo, no hasta que todos los demonios hubieran sido exterminados... Entonces pasó esto y ¡de repente tenía mil cosas más que ocultar! - Tomioka se secó la cara con la manga para disimular que se le estaba dificultando hablar por el nudo en su garganta.

- ¿Cómo carajos le voy a contar al alfa que amo, que el rey demonio me violó, me marcó y ahora estoy atrapado con un cachorro a meses de nacer? ¿Cómo quieres que maneje esto sin que todo el mundo diga que es mi culpa? -

Las últimas palabras dejaron a Rengoku congelado, el omega no deseaba seguir con esa conversación, estaba siendo demasiado vulnerable y miserable para su comodidad. Así que guardó su katana antes de irse sin siquiera regresarlo a ver.

Volvió a la pequeña casa de la familia, entró en silencio para no molestarlas y cerró la puerta de la habitación de invitados, apenas entró, luego se sentó en el futón quedándose un rato perdido en sus pensamientos.

Finalmente, soltó un suspiro muy pesado y sacó la katana de su funda por segunda vez esa noche, empuño el mango de modo que la hoja apuntaba directo a su estómago, si se apuñalaba bien, nadie podría salvarlo.

El sufrimiento de TomiokaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora