Cap 7: El demonio y la niña. Parte 3.

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Uno, dos, tres y cuatro.

Fueron cuatro segundos exactos en los que se miraron en completo silencio, fueron dos segundos lo que le bastó para notar las heridas de su cuerpo, uno en sentír el ligero cambió en su dulce aroma y el ultimó en abrir su boca para escupir lo primero que formó su cerebro.

- ¿Estás bien? ¿Qué te pasó? - Rengoku se sintió preocupado e intentó estirar su mano para tocar el hombro de su compañero.

- No pasó nada, dejame. - Entonces, Tomioka apartó la mano del alfa con brusquedad.

Esta acción fue la gota que colmó el vaso, junto con la desesperación que cruzó por el mar de sus ojos cansados, todas las alarmas de su cerebro se encendieron. El pilar del agua rara vez salía herido en las misiones, por no decir nunca, además, aunque no era un fanatico del contacto fisico, cuando se trataba de él no lo rechazaba.

Y esas vendas en su cuello... Rengoku había visto vendajes similares en otras personas luego de situaciones muy peculiares o mejor descritas como espantosas.

Hechos para ocultar una marca que no podía ser borrada ni curada porque estaba grabada a fuego por el egoismo más depravado.

"Su forma protectora de ser, lo fácil que es de intimidar con feromonas de alfas..."

"Extraño, ¿no?"

- ¿Acaso tu...-

- ¡He dicho que no pasa nada! - Tomioka le alzó la voz antes de que pudiera terminar su pregunta, sus manos temblando sin control.

Ante el repentino estallido de ira, tanto el pilar de la flama como el del agua se quedaron perplejos y solo salieron de ese aturdimiento cuando una niña pequeña fue corriendo a abrazar la pierna de Tomioka.

- Señor cazador, ya no pelee. -

El pilar del agua la vió y luego alzó la mirada para fijarse en Rengoku, sin poder sacar más palabras de su boca.

- ¡Himari! - Su madre se apresuró a la escena. - Sentimos las molestias, esta niña es muy inquieta.- se disculpó ella.

- Los dos se ven muy cansados, permitanos compensarlos con una cena en nuestro hogar, pueden quedarse a dormir ya que esta tarde. - la esposa de la mujer agregó para alivianar la situación.

Rengoku suspiró y asintió al mismo tiempo que Tomioka. No habia caso en seguir presionando a su compañero, solo causaría una disputa más grande.

Entonces el asunto de que Tomioka en realidad era un omega se convirtió en una verdad silenciosa entre los dos, al menos durante las siguientes horas.

No había necesidad de mencionarlo en ese momento puesto que se trataba de la privacidad de su amigo aunque tampoco era sensato mentir para él, ya que, a diferencia de las palabras, las acciones no podían ser negadas. Evidencias contundentes de la verdad que Tomioka tanto se había esmerado en ocultar.

Pero el hecho de que su compañero posiblemente fue abusado le preocupaba bastante, incluso si las probabilidades de que un omega salga embarazado luego de tomar supresores en exceso durante años eran bajas, seguían habiendo heridas que no sanarían de la noche a la mañana.

Lo vió actuar lo más frío posible mientras cenaban junto con la familia, comer lentamente e intentar aguantar el impulso de pedir otro plato de comida, sin ningun éxito, porque la pequeña Himari se dió cuenta y le pidió a su madre que le sirviera al omega un poco más.

- Oh... gracias.-

Respondió el omega con un tono educado, mientras que Rengoku no podía soportar esa expresión tan extraña plasmada en el rostro de su compañero, duda, temor y tristeza, con un toque de incomoda ternura disfrazados de la más dolorosa monotonia.

El sufrimiento de TomiokaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora