De vuelta al Hogar de Pony

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De vuelta al hogar de Pony

La hermana Lane y la señorita Pony jugaban con los niños en el porche del orfanato. El lugar lucía muy bonito después de todas las mejorías que William Albert Andy había mandado hacer.

La hermana Lane calló de repente al ver a Annie parada frente al lugar. Llevaba una maleta pequeña, un sombrero y un abrigo.

La monja se levantó lentamente pues creía que esa visión era producto de su imaginación. Se acercó para corroborar que lo que estaba viendo era verdad.

-¿Annie?

Al percatarse de lo que estaba sucediendo, la señorita Pony también se acercó con la misma pasividad de siempre.

-Hermana Lane... Señorita Ponny...

Annie comenzó a llorar y cayó de rodillas frente a aquellas mujeres que la habían amado más que ha nadie...

-¡Perdónenme por favor!

Las dos religiosas se miraron confundidas y pronto la más joven de ellas corrió hacia la chica para ayudarle a levantarse.

-Vamos Annie una señorita como tú no debe hacer eso.

Ambas mujeres la tomaron por los brazos y la llevaron al interior de la casa. No tenían idea de lo que estaba pasando pero, pronto se dieron cuenta que Annie había llegado sola.

Le acercaron un té caliente para que pudiera tranquilizar sus nervios.

-Mi niña, ¿quieres decirnos qué fue lo que pasó?

Annie guardó silencio por largo rato. Su semblante reflejaba una tristeza profunda. Las mujeres asumieron que se trataba de Archie pues era raro ver a Annie sin su compañía, lo que no comprendían era cómo Annie había llegado sola. La última ve que estuvo ahí fue en la comida para festejar a Candy.

-Señorita Pony, Hermana Lane, he sido tan ingrata con ustedes que...-soltó a llorar de nuevo.

- Annie. ¡Tranquilízate por favor!

-¡Necesito que me perdonen por favor! Yo, no tengo a donde ir.

-¿Pero qué ha pasado?

-Me fui de casa porque me he dado cuenta que nunca debí de salir de aquí. Yo no debí de haber sido adoptada por los Brighton.

-Pero, ¿qué Dices Annie?

-Hoy más que nunca me siento completamente abandonada, Archie me ha dejado y me he dado cuenta que mamá solamente me quería porque me parezco un poco a su verdadera hija.

-¡Annie!

-Por favor, solo quiero estar aquí hermana.

Las dos religiosas se miraron con preocupación se habían acostumbrado a las visitas de Candy pero jamás imaginaron que Annie volviera.

La hermana Lane abrazó dulcemente a la chica y la arropó como una verdadera madre.

-Pequeña Annie, esta siempre será tu casa, y puedes quedarte el tiempo que quieras pero, de nada servirá que estés aquí si tú no eres fuerte.

Annie cayó en cuenta que jamás sintió un abrazo tan cálido de la señora Brighton como lo fue de la hermana Lane.

Pronto los niños del hogar la rodearon. Si bien la conocían por haber ido una vez al hogar la llenaron de cariño.

Esa noche Annie durmió en una cama pequeña, las religiosas pensaron que tal vez no pasaría una buena noche. Sin embargo Annie durmió plácidamente sentía aún dolor en el pecho pero ya no tenía la angustia de tener que despertar y seguir queriendo ser otra persona

Si todo hubiera sido así...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora