El corazón late con fuerza

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El corazón late con fuerza

Buenas tardes Tom!

-Annie...¿tú aquí?

-Le pedí a la señorita Pony y a la hermana Lane que me dieran permiso para venir a darte esta tarta de manzana que yo misma preparé.

-Pero...no tenías que hacerlo.

-Ni lo digas Tom, después de haber cuidado de mí, es lo menos que puedo hacer.

-No es correcto que una dama como tú venga sola.

-Jimmy me ha traído es un chico muy amable.

-Eh...bueno tengo café de la mañana. Compartiremos la tarta.

-Sí

Annie y Tom habían limado asperezas desde que ella fue su huésped. Aún así a Tom le seguía pareciendo una chica delicada.

Annie se alegraba de que por fin Tom fuera mucho más amable con ella, aunque pensaba que era un hombre bastante tosco y obstinado.

Platicaban en el pequeño comedor con las tazas de café. Tom había devorado casi toda la tarta. Recordaban algunas cosas de su infancia, muchas, habían sido olvidadas por Annie pero cuando las traía a su memoria, sentía alegría y emoción.

Mary Jane entró de súbito percatandose de la presencia de la joven. Observó las tazas de café y la tarta a punto de terminar.

Sintió celos y rabia al ver que Tom tenía dibujada una sonrisa. Esa chica no debería de estar ahí, ella no pertenecía a ese lugar. Era una malcriada presuntuosa que había provocado muchos problemas en el rancho mientras estuvo como huésped.

-¿Pasa algo Mary Jane?

-Tom, es Rubia, parece que está por dar a luz.

-¿Qué? Pero si aún le falta tiempo

-Tienes que venir...

Tom se levantó de inmediato. Annie lo hizo también.

-¿Quién es Rubia?

-Es una de mis reses. Va a ser madre pero al parecer le falta tiempo. Tengo que ir a ayudarla.

-¡Iré contigo!

-No creo que le sea agradable Señorita.

-En el Hogar de Pony recuerdo que alguna vez vimos algo así.

-No es prudente.

-Sí quieres venir Annie, ven. Pero de prisa. Rubia puede estresarse si nadie la ayuda.

Tom acudió a la ayuda de su preciada vaca que estaba sufriendo los dolores de un parto prematuro.

-Vamos Rubia...no te desesperes. Necesito agua y paños.

Mary Jane se apresuró a traerlos. Annie se hincó junto a Tom para observar todo lo que hacía.

-¿Estará bien?

-No lo sé, cuando sucede esto puede ser más peligroso para la madre que para el ternerito pero...

-Ojalá que esté bien.

-Annie, ¿podrías ayudarme?

-Eh sí...¿Qué hago?

-Solo te pido que me ayudes a voltearla. Está en una posición incómoda.

Annie sentía que todo le daba vueltas pues hacía mucho que no veía tan impactante acontecimiento pero respiro hondo y ayudó a voltear al pesado animal. A pesar de su debilidad logró hacerlo con la ayuda de Tom quien le sonrió como muestra de su agradecimiento. Ella le respondió con la misma sonrisa y ambos lograron poner a la bella Rubia en una posición más cómoda.

Mary Jane encontró a Tom y a Annie mirándose. La chica soltó el balde de agua provocando un escándalo.

-¡Lo siento! Iré por otro...

-No hay tiempo, utilizaré esta poca de agua mientras vas por más. Annie, ayúdame,

humedece los paños.

Annie siguió las instrucciones de Tom y ambos comenzaron a asistir a la res que estaba en labor de parto. Ninguno de los dos se dio cuenta que Mary Jane salió llena de rabia. ¿Qué hacía esa chica ahí? No era una chica para Tom,

Rubia dio a luz a un ternerito el cual necesitaba cuidados pues había nacido antes de tiempo.

-¿Qué se debe hacer Tom?

-Por ahora, ordeñaré a otra vaca para alimentar a la cría. Rubia no está en condiciones.

-¡Yo la ordeño!

-¿Tú Annie?

-No se me ha olvidado.

Annie tomó un banquito y una cubeta y comenzó a ordeñar a la vaca que Tom le sugirió. Al final de cuentas había cosas que ella comenzaba a recordar de su infancia en el hogar de Ponny..

-La señora Brighton se volvería loca si me viera haciendo esto...

Cuando Annie recolectó suficiente leche intentó llevar la cubeta cerca de Tom, pero la chica aún era débil para cargar tanto peso.

Tom se acercó a ella para ayudarla. Los ojos del fuerte vaquero miraron por primera vez y a profundidad los ojos azules de Annie.

Por su parte Annie no dejó de sentir escalofríos ante la cercanía del apuesto chico. Nunca antes había mirado a otro hombre que no fuera Archie. Ella tan solo tenía doce años cuando se prendió de ese joven encantador que coqueteó con ella. Desde entonces, nadie más le había parecido tan atractivo.

Se encontraron muy cerca, la respiración de Annie parecía agitada. Tom trataba de concentrarse en el ternerito.

Mary Jane volvió a entrar. Ambos tomaron distancia, trataron de disimular pero sus corazón seguía latiendo con fuerza.

-¡Ya ha nacido!, se sorprendió Mary Jane

-Eh...sí.

-Rubia necesita descansar.

-Me quedaré aquí toda la tarde y parte de la noche...

-Yo te haré compañía.

Mary Jane se adelantó a decírselo. Ya era suficiente para la dama estar en un lugar tan sucio. Ahora era su turno.

-Creo que podré estar solo. Annie, ¿por qué no vas al Hogar de Ponny?

-¿Estás seguro que no necesitas ayuda?

-Lo estoy. Pero no puedo permitir que estés aquí. Es cansado.

-Además, no es lugar apropiado para una dama.

Mary Jane habló y pensó en voz alta. Ella se quedaría acompañando a Tom , y Annie, tendría que irse.

-De acuerdo, iré porque tengo que ayudar a la señorita Ponny y a la hermana Lane con los niños.

El corazón de Annie aún se sentía agitado, Tom ordenó a uno de sus trabajadores que la llevara.

-Samuel, llévala con Pony por favor.

-De acuerdo patrón.

Annie aún era muy torpe tratando de subir a ese tipo de transporte y Tom la ayudó.

El apuesto vaquero puso sus manos alrededor de su pequeña cintura y la empujó hacia arriba.

-Gracias.

-Lamento no haberme terminado la tarta.

-Traeré más en unos días.

-¡La esperaré!

Mary Jane miraba desde lejos, sus celos habían visto la luz. No podía permitir que Annie le quitara a la única persona que quería. Después de todo, no era una chica para ese lugar.

Si todo hubiera sido así...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora