Vals para dos

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Vals para dos

Candy insistía en que una fiesta no era una buena idea ante la delicada salud de la tía Elroy pero, la obstinada anciana no desistió de sus planes.

Con el pretexto de anunciar su retiro definitivo e inaugurar su estancia en Lakewood, la señora había enviado invitaciones a las familias allegadas a los Andry en Lakewood.

Afortunadamente para Candy y Archie los Legan habían abandonado su mansión para irse a Florida y de ellos solo sabían que no la estaban pasando bien después de la muerte del Señor Legan y los múltiples escándalos que Niel provocaba debido a su alcoholismo.

-No entiendo como Albert pudo permitir que la tía abuela invitara a tantas personas.

-Desde que tengo uso de memoria, la tía abuela tiende a hacer fiestas por todo. Seguramente Albert sabe que las disfruta Candy.

-Sí pero, me preocupa que esté alterada y coma demasiados postres.

-No te preocupes, te ayudaré a vigilarla.

-Señorita Candy...

-¿Sí Dorothy?

-El señor William ha mandado algo para usted.

-¿Para mí? ¿De Albert?

-Se encuentra en su habitación.

Candy corrió hacia su cuarto para ver lo que le había mandado su padre adoptivo.

Encima de la cama, había una caja ataviada con finos listones de seda. Al lado, una carta dirigida a ella.

Querida Candy,

Te he enviado un vestido para que lo luzcas esta noche. Por favor, se paciente con la tía y espero que al menos tú y Archie se diviertan un poco.

La chica sacó el vestido de color rojo. Pensaba que era un poco atrevido pero no podía rechazar un regalo de Albert.

Aún así, estaba emocionada por usarlo aunque seguía con la idea de no quitarle ni un segundo la vista a la tía abuela.

Los comensales empezaron a llegar alrededor de las seis de la tarde.

Aunque seguía muy enfadada con Archie, la tía abuela le pidió que la acompañara a recibir a los invitados.

Candy por su parte, estaba arreglándose con ayuda de Dorothy quien insistía en que debía usar un collar que pertenecía a la madre de Anthony y que Albert había mandado poner entre las joyas que ahora le pertenecían a ella.

-No lo sé, Dorothy, nunca había usado un vestido como este y luego el collar...

-Te ves hermosa Candy, estoy segura que el joven Archie, se quedará mudo.

-¿Archie?

-Vamos Candy, el señorito Archie te mira de una manera muy especial.

-Oh, no, no para nada Dorothy, él y yo somos primos...eso es todo.

-No tiene nada de malo que un muchacho tan guapo como él te mire. Creo que ya es momento de que busques la felicidad pequeña.

-¡Qué cosas dices Dorothy, yo soy feliz así.

-Bueno, de todos modos creo que te ves hermosa. Y que hoy podrías conocer a un muchacho que te haga feliz Candy

Candy pensaba en las palabras de Dorothy, antes no se había planteado la posibilidad de volver a amar como lo hizo con Terry Grandchester de quien ya no sabía nada.

Si todo hubiera sido así...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora