Izuku: el Gólem de Japón

Capítulo 32: ... y poniéndolo a prueba intensiva

No había pasado siquiera cinco minutos en el aula y ya lo estaban molestando. Ya asumía que, al cambiar de clase, todos los nuevos extras que lo seguirían durante los tres años de estudios heroicos no sabrían quién era ni de lo que era capaz, así que era su deber asentar su dominancia y demostrarles a todos su lugar. Inmediatamente tomó una posición más cómoda en su pupitre, y el estirado de lentes ya se había lanzado a molestarlo. Se movía como si tuviese un palo metido en el culo, y no dudó en hacérselo saber, lo que sólo hizo que se molestase aún más. ¿Qué coño le importaba? ¿Por qué no se metía en sus propios puñeteros asuntos?

Iida: ¡baja los pies de la mesa! ¡Es un comportamiento inaceptable!

Bakugo: tsk. ¿Te quieres callar de una vez? ¿O es que te han metido un palo por el culo? Élite tenía que ser.

Iida: ¡¿qué sucede con tu comportamiento?! ¡¿Cómo siquiera han permitido entrar a un delincuente juvenil como tú?!

Bakugo: ¿a quién llamas delincuente? Mi expediente está limpio, cara de culo. ¿Por qué no vuelves a meter tu cara en tu culo y me dejas en paz?

Todos los estudiantes que entraban al aula se mantenían alejados del percal, totalmente intimidados por el intercambio. Eraser llevaba más de cinco minutos en el aula, y ni siquiera había tenido que ocultar su presencia porque nadie, absolutamente nadie, se había dado cuenta. Mejor dicho, quienes sí se habían dado cuenta, sencillamente no les importaba lo suficiente, o decidieron no juzgar y quedarse callados y hacer como que no había nada raro con él siendo un claro adulto en un saco de dormir.

Aizawa: -suspiro- ¿cuántos de aquí se han dado cuenta de que estaba aquí?

Sus palabras dejaron en silencio a toda la clase, la cual se fijó en el saco de dormir que había al lado del escritorio del maestro, dándose cuenta de que sobresalía una cara perturbadora. Inmediatamente todos se sobresaltaron ante su declaración, pero unos cuantos estudiantes levantaron la mano con normalidad. Estudiantes como un chico fornido con seis brazos, una chica con jacks de auriculares en las orejas, una chica rana y un chico tímido con la cabeza mutada.

Aizawa: hm, bien. Puntos extra. -saliendo del saco mientras el resto de la clase se volvía loca- Silencio. -intimidándolos con su quirk- Sé que es repentino, pero pónganse esto y síganme.

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Ese vagabundo... era su profesor. Fue difícil de entender, hasta que los miró con esos ojos rojos brillantes. Inmediatamente se sintió mucho más débil, como si le hubiesen arrebatado una parte de él. Como si su mirada lo observase directamente al alma. Se sintió tan... débil... ya lo odiaba, pero no podía negar que era un profesional. Ponerlo por debajo de él no sería tan fácil como en la primaria. Esto era la UA. Por supuesto que sería un par de escalones de dificultad más de los que estaría acostumbrado. Pero de todas formas se alzaría sobre el resto. Siempre lo hacía.

Como un recordatorio de por qué había sido el único de su escuela que había entrado a la UA, hicieron unas pruebas de evaluación de quirks, con la amenaza de que el último lugar sería expulsado, y lo pusieron de ejemplo con un lanzamiento de pelota, remarcando el hecho de que había quedado el primero en la puntuación del examen de acceso práctico. Probablemente el profesor ya sabía que él era superior, y pretendía que el resto de extras se diese cuenta de su posición en comparación a él. Bueno, era el primer día y ya estaba demostrando su superioridad. Nada fuera de lo común.

Cada prueba que había sólo mostraba lo bueno que era. Sí, había algunas en las que algún que otro extra destacaba de más, pero casi siempre se mantenía en las puntuaciones más altas de la mayoría de pruebas. Así pasó la evaluación en el primer lugar, y el último no se retiró porque resultaba que era todo un troleo con el propósito de que se lo tomaran enserio y diesen todo de sí mismos, pero lo único que consiguió fue que dejase de tomarse enserio cualquier amenaza que dijese el profesor, ahora que sabía de sus trucos.